SERVIR A JEHOVÁ VUESTRO DIOS.

Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; Inclina a mí tu oído; Apresúrate a responderme el día que te invoque. Sal 100:1-2.

Este salmo es uno de los más triste de los siete salmos penitenciales. Narra el dolor del destierro sea voluntario o forzoso. 

Narra el dolor de la persecución y la tristeza de dejar su lugar de nacimiento. 

Pero va más lejos: tiene la esperanza de regresar a su tierra y sus fuerzas se reanimaran. Esto me recuerda a los miles de refugiados de Ucrania, por ejemplo. 

El poema alterna con una esperanza de que Dios en su gran misericordia pondrá fin al dolor del ser humano. 

Los cristianos de los últimos tiempos podrán encontrar en este salmo un paralelo con sus pruebas y la seguridad de ser consolados por Dios en los tiempos angustiosos. 

David encontró la consolación en la oración, ya que es el vínculo que uno a Dios con el hombre. David sabía que si este vínculo se rompía su esperanza era vana de poder llegar a su amado Israel. 

Y por ende la rotura con su Dios. La oración se vuelve más penetrante que una espada de doble filo, es el hilo que lo une con su Creador. 

Este salmo retrocede al salmo 4:6; Donde la gente se pregunta: “¿Quién nos mostrará algo bueno?” “¿Donde se puede hallar la verdadera felicidad?” 

David se hacía estas preguntas en los momentos más oscuros de su vida. La misma que nos hacemos nosotros y los Ucranianos en el exilio. Davis al igual que nosotros podemos decir: Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostros. 

En otras palabras: “Hazme entender con tu infinito amor, lo que yo no entiendo” Todos nosotros deseamos el favor de Dios, la bendición para ser realmente fieles a su palabra. 

El verdadero hijo de Dios encuentra satisfacción duradera, no en los bienes materiales ni en los deleites sensuales, sino en la convicción de que el cielo aprueba su conducta y de que goza de la comunión de Dios. 

David se gozaba con la comunión con su Dios, ¿Nos gozamos nosotros tan bien de esa comunión? ¿Hacemos el culto vespertino y matutino todos los días con Dios? 

La verdadera felicidad está en la comunión con Dios. El gozo que proviene de Dios no se puede explicar, pero sus efectos se ven en las personas consagradas. 

El necio dice en su corazón: No hay Dios. El texto nos indica que el hombre que piensa esto, carece de sabiduría . Puede ser rico en asuntos sociales y comerciales,pero no conoce el valores espirituales. 

David conocía ambos, pero dio prioridad a lo espiritual. El cristiano debe de buscar la ayuda divina, y dar evidencia de la intensidad de su clamor profundo a Dios. 

Sin esa armonía, los cristianos no verán a Dios descender de las nubes. No perdamos a Cristo nuestro mejor compañero, el está siempre dispuesto a ayudarnos en nuestras necesidades.

MARANATA

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