Había llegado la hora de glorificación de Cristo. Estaba a la sombra de la cruz, y la pregunta de los griegos le mostró que el sacrificio que estaba por hacer traería a muchos hijos e hijas a Dios.
Muchos hijos de Dios en la hora undécima, se salvarán y se bautizaran, y otros se perderán. Escuche al pastor Bullón, contar una experiencia que me causó un impacto.
El esposo incrédulo de una de las personas que se iba a bautizar esa mañana, ingresó en el templo vociferando y amenazando a todo el mundo con una vara en la mano.
Sorprendidos todos, nadie tuvo la osadía de detener al indeseado visitante.
Para aumentar todavía más la sorpresa, el hombre tomó a su esposa por los cabellos, la sacó de la iglesia y la llevó por la calle gritando a todas las personas que se cruzaban en su camino.
Qué hacía eso como una lección para que las mujeres que quisieran cambiar de iglesia sin el consentimiento de su marido recibiera su castigo.
Este hecho tan doloroso se practica en algunos países de este mundo, y en otros lugares le queman la cara o le cortan el brazo.
Existen sociedades tradicionales que son muy “machistas” y muy patriarcales. Y la religión se la toman muy enserio.
Cristo demostró a todos los hombres y mujeres, que él acepta a todos, pues todos son dichosos a contemplar a su Creador y ser salvos por su gracia.
Cristo sabía que los griegos pronto lo verían colgado con unos viles ladrones. Pero su ejemplo y su amor por ellos les dejaría marcados para toda su vida.
Esta mujer fue marcada por el amor de Jesús, y su decisión en aceptar guardar todos los mandamiento expuesto en Éxodo 20, y ser fiel a su Maestro, le dio la vida para tomar su decisión.
El pastor recibió una carta en la cual se le decía que no se marchara, y que quería ser bautizada por la mañana. Dos años más tarde, su marido se entregó en manos del Señor.
El ejemplo de su esposa y sus oraciones llegaron a al trono de Dios. Los griegos no se marcharon de vacío, presenciaron la gloria de Dios.
“La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado”. En la hora undécima muchos se entregaran al Señor, y otros abandonaran las filas del Señor.
El verdadero resultado de su misión iba a ser alcanzado a través de su muerte.
La semilla enterrada en el suelo produce fruto, y a su vez, éste es puesto en tierra. Así la cosecha se multiplicará. V
emos el resultado con el Apóstol Pablo en Asia, una gran cosecha por el ejemplo de Jesús y su predicación. Ves y haz tú lo mismo.
MARANATA.
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