Cuando hay un conflicto entre ambas partes el hombre debe de buscar el medio adecuado para evitar un conflicto. Esto me recuerda a la guerra de Crimea.
El conflicto en si, no empezó en dicha región, sino en Palestina. Las dos religiones los cristianos y los ortodoxos.
El gobierno Ruso quería algunas concesiones de los otomanos y de los cristianos.
El problema era que los monjes griegos querían llevar las llave en su bolsillo del Santo Sepulcro este hecho desencadenó la guerra de Crimea.
Los celos y las envidias se desencadenaron una guerra en la cual murieron miles de muertos y un costo de dinero muy grande.
Esta disputa y sus consecuencias terribles nos proporcionan una ilustración de lo que puede hacer el ser humano cuando se obstina en hacer su voluntad.
Todos sabemos que hay muchas causa por la que el hombre se obstina, y busca un pretexto para causar mal. Todos los consejos que Dios da a su pueblo es para bien de este.
Pero el hombre se rebela contra Dios, queriendo hacer su propia voluntad. Esto es lo que le paso al rey Saúl, su ego le llevó a desechar la voluntad de Dios.
¿Cuántas veces el cristiano no se ve en esta situación? Queremos hacer nuestra voluntad, tomamos decisiones que creemos que son buenas, y acabamos solos y sin Dios.
Aquí se presenta claramente el motivo para un cambio de la relación entre Dios y el hombre: “Por cuanto tú desechaste”
El hombre en muchas ocasiones quiere seguir su camino, Dios está obligado a reajustar las condiciones para hacer frente al problema de sus hijos.
Otra causa de la obstinación es la necesidad de salvar las apariencias. Esto se ve muy a menudo en los cristianos, que guardan sus apariencias y no muestra lo que es en realidad.
Podemos engañar a nuestros hermanos de la fe, pero a Dios no podemos engañar.
Y vemos al cabo del tiempo como muchos abandona la iglesia. El rey Saúl es un ejemplo que no debemos seguir.
Dios debe de estar en nuestro corazón cada día, cada segundo, hasta que nos acostemos y pidamos que si es su voluntad nos cuide hasta el día siguiente.
Dios conoce nuestros corazones, a Él no podemos engañar. En aquel día glorioso, nos encontraremos con muchas sorpresas. Espero que usted y yo, estemos allí para dar gloria a Dios. Amen.
MARANATA.
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