En el capítulo de Ezequiel vemos un mensaje que no solamente fue para su época, sino por ende es para la nuestra. Dios nunca se niega a dar luz a aquel que la busca con sinceridad.
Pero si el que la pide se niega a andar en la luz que ya le ha sido dada y revelada por Dios, y aun se atreve a pedir más luz quedará en la oscuridad.
El hombre por su naturaleza, quiere andar en su propia luz, busca y investiga, sólo con el propósito de que la luz que él proyecta es la mejor. No se conforma con lo que Dios le a dado.
El hombre quiere ir un paso más adelante que Dios. El hombre busca lo desconocido, quiere formar su propio mundo, fuera del mundo que Dios le a dado.
El pueblo de Israel se rebeló contra Dios, y cosecharon lo que habían sembrado, destrucción y destierro. El hombre debe de aprender de su propia historia, si no lo hace, estará expuesto al fracaso y al destierro.
El no reconocer la existencia de Dios, y hacer lo que Dios dice, el hombre está cosechando su ruina como Israel de antaño.
Dios ha dado suficientes evidencias al hombre, para que este guardará sus mandamientos. Los ojos del pueblo de Israel fueron vendados y no pudieron ver la verdad.
¿Pasara esto al pueblo espiritual de Israel? Hoy podemos contemplar el Universo con dar a un botón del ordenador, podemos contemplar las maravillas de de las galaxias.
Y cuando sea lanzado el James Webb, contemplaremos las maravillas del universo profundo. Tener un conocimiento de lo que Dios ha hecho en nuestro universo está bien en este momento.
¿Pero si yo no resucitó cuando Cristo venga, de que me vale tener un conocimiento? Cristo nos ha dado una promesa para los que le sean fieles.
Él reinará sobre su pueblo, y su pueblo lo compone muchos hombres y mujeres de este mundo.
La promesa de que el reinara sobre su pueblo es segura. Juan en visión vio:
“Y en su vestiduras y en sus muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” Todos los que estén escritos en el libro de la vida, tendrán la oportunidad de ver otros mundos, y comprender que Dios siempre cumple su palabra.
Veremos un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado, y el mar no existía ya más. (Apc.21:i). ¡Ojala estemos Usted y vuestro servidor para dar gloria a Dios.
MARANATA.
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