Cuando los apóstoles escribieron los hechos de Cristo, se dejaron muchas cosas que sucedieron y que no se relato.
La información era tan grande que se necesitaría grandes volúmenes para relatar la historia de Cristo.
El Espíritu Santo fue el que dirigió a Juan para exponer los hechos y los milagros de Jesús.
Juan tenía unos dones, como tenemos cada uno de nosotros, y estos dones fueron usados para difundir los hechos de Jesús.
Usted y yo tenemos dones o talentos, que deberíamos usar para llevar a muchos hombres y mujeres a los pies de Cristo.
Juan fue tan fiel y vívidamente como le fue posible, pero su trabajo quedó inconcluso.
Escribió el Evangelio acerca de muchas cosas notables de su Maestro, y acontecimientos y milagros, para que nuestra fe no fallase.
Al igual que nosotros sus hijos, que llevamos la palabra a otros y están registradas en el cielo para testimonio de la verdad. Muchos de los hechos de Jesús no están registrados.
Sólo ha quedado lo que interesa al hombre para su salvación. Tanto en el evangelio como en sus epístolas, y sobretodo en su último libro de Apocalipsis, nos deja tal evidencia del amor de Dios, que aun se deja cosas por decir.
La frase. Ni aun en el mundo cabrían. Este lenguaje es hiperbólico, pero sin bien para hacer resaltar la inmensa cantidad de dichos y obras de Jesús.
Sólo el cielo la contempla y las atesora para nuestro estudio durante la eternidad. Una hipérbole similar, de la misma época que escribió Juan, proviene de Rabbán Johanán ben Zakkai, ha llegado hasta nuestros días.
El dijo: “si todo el cielo fuera un pergamino y todos los árboles caña de escribir, y tinta todo el mar, eso no sería suficiente para consignar por escrito la sabiduría que ha aprendido de maestro” (Strack y Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament, t. 2 p. 587).
Si el evangelio contempla la grandeza de nuestro Señor, que será cuando estemos todo su pueblo en el reino de los cielos.
”Ojos que novio ni pensamiento llegó a los hombres” Si Juan contempló la grandeza de Jesucristo aquí en la tierra, que no será en el cielo.
Alguien dijo: “Si dejamos que el evangelio quede como un mensaje inconcluso depende mucho del estado de nuestro corazón y nuestra alma.”
Nuestro Padre celestial tiene tanto que enseñarnos, que será un estudio por toda la eternidad.
MARANATA.
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