lunes, 14 de junio de 2021

EL GOZO DE SERVIR A DIOS.

Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo en su vida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo. 1º Tes.2:19-20.

Algunos hombres han dicho que el ministerio es una profesión pobre pero que constituye una gran vocación. Pablo aprendió en su propia vida. 

Aquí se manifiesta el valor resplandeciente e indomable de la respuesta de los tres héroes cuando se enfrentaron a una muerte inminente por causa de sus convicciones. Estos jóvenes estuvieron dispuestos a dar su vida por su Señor, quien podría librarlos si lo creía conveniente, “y si no”, de todos modos servirían al Señor (Dan.3:18). 

Estoy seguro que muchos llamados cristianos estarían dispuesto a morir por Cristo. Una cosa es decirlo, y otra es hacerlo. Son hechos y no palabras lo que prevalece ante el Señor. Todos sabemos hablar con la boca grande, pero nos asusta hablar con la boca pequeña. Pablo ni siquiera podía prometerle a Timoteo que su iglesia sería fiel (cap. 1:15; 2:17-18; 4:10, 14). 

Pablo había aprendido a través de las lágrimas que el chasco y el desencanto puede golpearnos en cualquier momento. Pablo sabía que pronto, por manos del verdugo, sería muertos en una manera que no merecía. ¿Era todo eso lo que correspondía esperar a Timoteo? ¡No!. 

Ni a nosotros, el mundo nos perseguirán, dirán cosas indignas de nosotros, seremos chasqueados por nuestros propios hermanos de la fe. Pablo tenía una cosa que decir todavía: “el fundamento de Dios está firme”. 

Pablo tenía una buena costumbre que oraba muy a menudo, y cuando dejamos de orar por que nuestras peticiones no llegan como queríamos, sigamos orando más con fe al trono de la gracia, como hacía Pablo. 

¿Hemos perdido nuestra sensibilidad a la presencia de Dios porque “el mundo ha estado demasiado con nosotros?. 

Otras veces dejamos de orar porque nuestros corazones están llenos de desconfianza. 

Ponemos en duda el amor de Dios, la fidelidad de las Escrituras, la vida eterna y la dirección divina. 

Reconozco que oramos poco, que nuestra confianza en nuestro Señor se desvanece, estamos inseguros por las cosas que nos pasa. 

No olvidemos que por la fe y la oración muchos vieron a Dios, y a Dios se le puede ver de muchas maneras y formas. 

Él está siempre a nuestra diestra. “Las tinieblas están presente para aquellos que descuidan la oración. Pablo, Daniel y sus amigos, que diremos de Abraham, Isaac, Jacob, Isaías o Jeremías. 

Por la fe y la oración verán a Dios en las nubes, más pronto de lo que piensan algunos. No debemos dejar de orar si queremos ver a Dios.

MARANATA.

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