jueves, 26 de diciembre de 2019

LA CARGA MÁS PESADA DEL HOMBRE.


Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. 23: 26.
Unos de los mayores privilegio que el hombre puede llevar es la cruz. Cirineo, un campesino, que venia de labrar su campo, hombre que no quería meterse en problemas religiosos fue el elegido por Dios. 

Jesús agotado por sus recientes padecimientos, no pudo llevar la cruz, era muy pesada, y sus fuerzas ya decaían. Había sido azotado dos veces injustamente, y viendo sus discípulos caer al suelo, no intentaron ayudar a Jesus por miedo a los romanos, a los sacerdotes. 

Así es el ser humano, el miedo nos hace pasar por trances que no desearíamos pasar, bien por vergüenza o bien por el que dirán los amigos o vecinos.

Cirineo era un hombre que no quería meterse en problemas, pero él Señor le bendijo por esta ación personal. 

Cirineo venia del campo, y curioso por los acontecimientos se acerco para ver que pasaba, se abrió paso entre la multitud, cuando asombrado por la crueldad de los romanos vio a Jesús demacrado, desfigurado, y ensangrentado. 

Ningún pintor podría describir semejante escena. “Un soldador romano con voz enérgica y con autoridad le ordeno: '¡tú, aquí!' 

¡Levanta esa cruz!' Hombre rudo y enfadado cogió esa pesada carga. Que gran privilegio fue el de Simeón el llevar la cruz y compartir los sufrimientos de su Salvador. 

Jesus con una mirada dulce dirigió su atención al hombre, 'queriendo decirle lo siento mucho' Cirineo cargo la cruz hasta el calvario, por primera vez Cirineo sintió una paz que nunca antes había sentido y esa paz le siguió toda subida. 

Muchos hombres y mujeres llevan pesadas cargas de afición, por culpa del pecado, o por culpa de su conducta. Tenia 18 años cuando me operaron de la nariz en el Hospital de la Universidad de Venezuela. 

Mi rostro estaba desfigurado, el dolor era intenso, y mis manos vendadas. Este era el cuadro. Pero enfrente de mí había un hombre, que no paraba de maldecir a Dios, y le pedía que le matase. 

Le habían implantado diez veces tejido en su muslo, y cada vez era peor. Años mas tarde supe que había muerto. Durante un mes tuve que aguantar a ese hombre. 

Fue para mí, más el dolor de sus blasfemias, que mi dolor. Si con humildad y temor le pedimos ha Dios que nos de paciencia para soportar la carga como a Cirineo, estoy seguro que nos la concede. 

Dios puede obrar milagros en el hombre de fe, pero la fe hay que ejercerla, Dios obra milagros aun en nuestro tiempo.

La justicia de Cristo, la justicia por la fe, la promesa de Dios, preciosas y sumamente grandes, dadas en su palabra esta disponibles para cada uno que quiera allegarse a Él.  

MARANATA.
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