lunes, 9 de diciembre de 2019

EL OJO PERENA


Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidas: si fuere rojo como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isa. 1:18
Una de las grandezas de Dios es que siempre nos invita a dialogar con Él. Dios invita a los hombres y mujeres a que se encuentren con él, a fin de tratar libre y eficazmente nuestros problemas. 

El Señor no es un juez desconsiderado como algunos lo tienen, no es un tirano como algunos hombre muy radicales lo pintan. Ya que en su mente, está tan distorsionada de la realidad, que no ven ni entienden lo que dicen. 

Si supieran quien es Dios, temblarían ante su presencia, pero la ignorancia y el desprecio por la verdad les hace decir y hacer lo que le dicta su propia conciencia. 

Todas las advertencias divinas son dadas para el bien del hombre. Esto es lo que él anhela que crea y comprenda. 

Algunos pasajes son como senderos que nos lleva a la casa de la montaña, y contemplamos la belleza del paisaje. 

La promesa que Dios nos da, nos invita a reflexionar, es para que el hombre recapacite en su forma de vivir. Dios está dispuesto a cubrir toda las necesidades del hombre, por muy duras que estas sean.

El pero de los pecaos puede hallar consuelo y esperanza en esta promesa. Dios nos asegura que, no importa cuán culpables podamos haber sido en lo pasado ni cuán consumado haya sido nuestro pecado, todavía él puede devolvernos la pureza y la santidad. 

Esta promesa no sólo tiene que ver con los resultados dl pecado, sino con el pecado mismo. Este puede ser erradicado por la sangre de Cristo, y eliminado de la vida del hombres. 

A través de los méritos de Cristo el hombre puede ser transformado a la imagen del primer Adan. Pero el escepticismo que hay en la tierra es tan grande, que la gran mayoría de los seres humanos no creen en estas palabras de Dios. 

Pero a través de los siglos han perdurado como testimonio, para que el hombre tenga una oportunidad de salvarse. El amor de Jesús por nosotros es semejante al de Padre. 

El sabe que nuestra vida no es perfecta. Cristo sabe que lo mejor de nosotros no es digno de estar entre su presencia; pero eso no cuenta para él, si tan sólo lo aceptamos y le seguimos él nos dará ricas bendiciones. 

Cuando el cristiano: el mendigo, el rico y el plebeyo se entreguen a él abra fiesta en el reino de los cielos. 

En este pasaje Isaías expone el fruto de la obediencia, y del amor de Dios para con el hombre. 
Sólo tenemos que oír el mensaje de Dios para que nosotros lo aceptemos por gracia.
MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS LECTORES.
Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7

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