martes, 10 de diciembre de 2019

EL DEBER HACIA DIOS.


Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; lo que has provisto, ¿de quien será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Luc. 12:20-21.
El necio de esta parábola es un hombre inteligente, es laborioso ahorrativo y que tenía una perspectiva del futuro muy amplia. 

Jesús no dice que Dios le dirigió personalmente estas palabras al “necio” ni que le hizo comprender el significado del nombre que le daba, así como tampoco afirmó que la conversación entre el rico y el “padre Abraham”(cap. 16:24-31) era realmente cierta. 

La conversación se añade en ambos casos para el beneficio de los que escuchaban la parábola. El necio en este caso estaba más interesado en su seguridad económica y material, que en la seguridad del alma. 

Y pusimos un ejemplo hace poco, con los millonarios que se preocupan por su bienestar temporal. 

Cuando un hombre prospera no piensa en la eternidad, ni en Dios, sólo piensa en si mismo. 

¿Cual es mi deber para con Dios? El rico no se hace esa pregunta sino: 

¿Cuánto boy a ganar hoy? No digo que el rico de sus riquezas a los pobres, sino que reparta algo de sus vienes para los pobres. 

Creo que cualquiera que piense hacer planes sólo para sí mismo, carece de buen juicio (cap.15:7) delante de Dios. Vivimos en un mundo egoísta y arrogante, que sólo quiere vivir al día, sin preocuparse por el más desfavorecido de nuestra sociedad. 

Hace poco leí un articulo “El Credo del Necio” por el profesor, Frank Crane que decía lo siguiente de la necedad del hombre. “Creo en el presente. 

Creo que los apetitos fueron hechos para ser complacidos y no para controlarlos. Creo en la diversión, pues seré joven sólo una vez. Creo que puedo hipotecar el futuro y usar el dinero en el presente. 

Creo que puedo ganar mucho dinero en la bolsa y después gastarlo.Creo que se debe buscar los primeros puestos. Creo que usar a otras personas para mí beneficio y mi bienestar. 

Creo en la suerte. Creo que nadie ha progresado realmente mediante el trabajo honrado sino mediante el fraude. Creo que los ricos son más felices cuanto más roban. 

Creo que no necesito consuelo. Etc. Esto es lo que “yo” llamo un ejemplo de humildad de este hombre necio. Por supuesto que ni Usted ni yo, queremos estar en esta lista de necios. 

La verdadera felicidad es poseer el don más preciado, el Espíritu Santo. 

Ya que con él, podemos caminar sabiamente por este mundo.

“La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” Sino en las cosas espirituales que nos da sabiduría. No conozco a ningún rico o pobre que se haya llevado sus vienes a la tumba. 
 MARANATA.
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