lunes, 23 de diciembre de 2019

HIJAS Y HIJOS DE DIOS.


Yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. 2º Corintios. 6: 17-18
Cuando Dios creo la raza humana, la creo para su gloria y para que el hombre disfrutase de una gran felicidad. Pero la maldad desfiguro al ser humano, y este desecho a Dios. 

Tuvo que venir el Mesías para dar su vida por la raza caída. Pero Dios nos considera sus hijos. Aunque Pablo hace referencia histórica a la salida de Israel de Babilonia, así también hace referencia del Israel espiritual a la salida de Babilonia espiritual (Apoc. 18:4). 

El apóstol Pablo agrega un matiz a nuestro testo. Dios les ordeno que no llevasen a la tierra de Israel, nada idolátrico, imágenes o otros utensilios. 

Al Israel espiritual se le ordena que no toque lo inmundo, y entendemos esto adornos pinturas, gargantillas y joyas un largo ezetera. 

Aun ideas y conceptos babilónicos, sean del pasado o del presente. Muchos. Dirían: ¿que importancia tiene en hacer esto o lo otro? 

Dios quiere un pueblo santificado, lejos de lo que corrompe, de lo que no separa de un Dios Santo. Lo triste es que escogemos como punto de referencia la moda, y las ideas de este mundo y de hecho nos volvemos más parecido a aquello que escogemos. 

Hay algo mucho peor que pensar que somos mejores de lo que realmente somos, y eso es negar y rechazar la verdad de que hemos nacidos para ser hijos de Dios, descuidando, la actuación de nuestro verdadero yo. 

El privilegio de convertirse en hijos e hijas adoptados por Dios es un honor supremo que él concede a los que nacen del Espíritu (Juan. 1:12-13; 3:3, 5:1 y Jun, 3:1-2). 

Dios promete cumplir el deber de su padre con los que se convierten en sus hijos; promete ser su sustentador, protector, consejero, guía y libertador. 

Los seres humanos llegan a ser hijos de Dios por adopción. Como resultado de la fe del creyente en Cristo, la operación sobrenatural del Espíritu de Dios crea una nueva vida espiritual que hace del hombre un hijo de Dios. 

La revelación del hombre como el objeto del amor ilimitado y absoluto de Dios nos elevará de la descolorida vida que muchos conocemos, y que a veces llevamos aun los que somos dedicados miembros de iglesia, a las alturas de la santidad para las cuales fuimos creados. 

Pero muchos no llegamos a la altura que Dios nos exige. 

Debemos morir más al mundo y a sus costumbres, y dedicarnos más a la obra de nuestro salvador. 

Regocijémonos por la capacidad de dar, de amar, y de vivir, a la cual el hombre, como hijo de un Dios de amor, tiene acceso, y vivamos en una intima relación con el Padre.
MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS LECTORES.
Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7

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