lunes, 16 de diciembre de 2019

EL FARISEO SATISFECHO


El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúltero, ni aun como este publicano. Luc. 18:11-12.
Si pensamos un poquito, y reflexionamos, es el reflejo de un cristiano que guarda los mandamientos de Dios. Si somos sinceros con Dios y con nosotros mismos, tenemos mucho parecido. 

Y si lo vemos bajo la perspectiva de un judío, también nos vemos a nosotros, porque guardamos su ley. Dios quiere corazones sinceros, hombres que sean fieles como la brújula al polo norte. 

Hay gente humilde que depende de la misericordia de un Dios grande. 

Que no posee conocimiento, ni siquiera conoce el nombre de Dios, que no son como el fariseo, y en su sencillez claman al Dios de Abraham. 

No seamos como el fariseo, ya que el continua enumerando los defectos que no posee, confiando en que así será más estimado por Dios. 

Y presenta una lista de algunos pecados de los cuales no es culpable. 

Esta agradecido por sus propias virtudes y no por la justicia y la misericordia de Dios. 

Está agradecido de que mediante su esfuerzo diligente se ha mantenido estrictamente dentro de la letra de la ley, pero desconoce totalmente el espíritu que debe acompañar a la verdadera obediencia para ser aceptable a Dios. 

En una reunión estaba presentes hombres de negocio, jueces, hombres de letras, para conmemorar su genealógica en la cual todos se felicitaban de ser descendientes de Escoceses, se le invito a un capellán que orarse y oro de la siguiente forma: 

“Señor, justifica, si ello es posible, la alta estima en que nos tenemos: Desgraciadamente, no se puede justificar tal oración. El apóstol Pablo reúne unas citas del A.T. En su mayoría viene de los Salmos, que nos da una perspectiva del ser humano. 

“No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles” “ No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 

Sepulcro abiertos es su garganta; “como la lengua engañan, Veneno de áspides hay debajo de sus labios. 

Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; “Quebranto y desventuras es su camino; “Y no conocieron camino de paz. 

No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Rom.3:10-18). Este es el hombre, así como Dios lo ve. Y por sí mismo no puede librarse de su condición. 

El publicano así lo reconoció cuando dijo: “Dios, sé propicio a mi pecado” (Luc. 18:13). La misericordia de Dios da respuesta a la necesidad del hombre. Esa respuesta la encontraremos en ls Biblia, que es el Evangelio eterno.

MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS LECTORES.
Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7.

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