jueves, 21 de septiembre de 2017

CRISTO NOS ACEPTA.


Entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Ester. 4:16 up.
Ester pidió ayuda a su pueblo, por qué sintió la necesidad de estar segura de que su pueblo compartía con ella la responsabilidad que ella le correspondía en primer lugar. Ella querían estar segura de la aprobación de su Dios. 

No se trata de valentía, sino de amor por su Dios y su pueblo. Movida más allá de las preocupaciones egoístas, entró en la corte del su esposo-rey para rogar por la vida de su pueblo. 

Sin haber sido llamada por el rey, su acción acarreaba la pena de muerte. (Esto seria machismo en nuestro tiempo y es posible que el hombre valla a la cárcel. Pero era el Rey de de un gran país. Esto es, a menos que el rey alcanzara su favor, y él le extendiera su cetro. 

 ¡La historia nos revela que el rey se sintió deleitado de ver a Ester! No sólo estaba dispuesto a oír su pedido, estaba dispuesto a compartir su reino con ella. Veamos la parte positiva de la historia. ¿Nosotros tenemos un Rey de Reyes? No podemos ganar el favor de Dios. 

Y no hay forma de que podamos acercarnos a El por ningún cumplimiento de reglas. “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Rom. 3:20). 
 
Tomadas por sí mismas, ¡las reglas nos condenan! Debemos de recordar que había una relación activa entre Ester y el rey Asuero, la relación de amor entre el matrimonio era sincero. 

El acceso que ella tenía a él en privado era de esperarse. Sin embargo, cuando fue ante él en la corte, era para ella lo que era para todos: el gobernante del gran imperio Medopersa. Su voz era la ley del imperio. 

No es de poca importancia, sin embargo, que él respondió de esa manara a su esposa, nos indica que le amaba y que Dios había puesto bien en sus ojos para su esposa. “Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos” (Ester 5:2). 

No era una extraña para él, era su esposa. Y el le extendió su símbolo de poder, para que por él fuera bendita y no condenada. Dios es más el gobernante del universo; En Cristo se nos presenta como nuestro Novio. 

El se agrada de nosotros, no porque hayamos sido capaces de alcanzar los requerimientos divinos, sino por causa de nuestra relación con El. Nos extiende su centro de poder y nos ofrece su reino. Dios a través de Cristo ve nuestra valentía y nuestro corazón sincero. 

El sabe que aunque nos ha proclamado como su esposa, no estamos aún convencidos de su paciente amor. 

Con su terno amor El nos dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Luc. 12:32).
[Os pido que oréis por mi. 
Tegon una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga].
Maranata:
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