lunes, 13 de marzo de 2017

NUESTRA MISIÓN EN EL MUNDO


Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Juan. 17:18.
La separación del mundo, en obediencia a la orden divina, ¿nos inhabilitará para la obra que el señor nos ha dejado? ¿No impedirá hacer el bien a los que nos rodean? No. 
Cuanto más firme sea nuestra decisión en ir al cielo, tanto mayor será nuestro poder para ser utilizado en la obra del Señor. Debemos de estudiar el Modelo, para que el Espíritu que habitó en Cristo pueda morar en nosotros. Al Salvador no se lo halló entre los eminentes y honorables del mudo de su época. 
No empleó su tiempo entre los que buscaban los honores y ser respetados por sabiduría de los sabios de su mundo. No empleó su tiempo en buscar la comodidad y el bienestar de su familia o amigos. 
Trabajo para ayudar a los que necesitaban ayuda, para salvar a los perdidos y a los que parecían, para levantar a los caídos, para romper el yugo de opresión de los que estaban en cautiverio, para sanar a los afligidos y hablar palabras de simpatía y consolar a los angustiados y triste. 
La decadencia moral y religiosa de la época de Cristo, no se diferencia de la nuestra. Son los mismos problemas. 
La cuestión es que somos más habitantes en este mundo, que en la época de Cristo, por lo tanto se han aumentado las necesidades. Se nos pide que sigamos el ejemplo de Cristo. 

Cuanto más participemos del Espíritu de Cristo, tanto más buscaremos hacer por nuestros semejantes. Bendeciremos al necesitado y confortaremos al afligido. Llenos de amor por las almas que perecen, nos deleitaremos en seguir las pisadas de la Majestad de los cielos (RH 2-1-1900). 
¡Cuan grande es la responsabilidad depositada sobre los discípulos de Cristo! ¡cuán imperativo el deber de reflejar la luz del Cielo sobre este mundo que agoniza y que esta envuelto en tinieblas! 

Cuanto más cerrada sea la oscuridad circundante, tanto más potente debiera se la luz de la fe y el ejemplo del cristiano (RH 1988). 
 El cielo sera testigo de lo que hacemos, sea para el bien o para el mal. En aquel día, se nos juzgara por lo que no hicimos, por lo que no hablamos a tiempo o destiempo. 
 Después vendrá el crujir de dientes. ¡Hay un mundo que salvar, un alma que rescatar. Nadie tiene escusa hoy día, con tanta tecnología a nuestro alcance, usemos ese medió para predicar el evangelio. Maranata.
[Espero que me contéis vuestras experiencias con Cristo de buestro bautismo. cuentametuexperiencia.hotmail.com
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