jueves, 23 de marzo de 2017

EL ESPÍRITU NOS INVITA.


Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven Y el que oye, diga: Ven Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Apoc.22: 17.
En un momento u otro de nuestra vida, todos hemos recibido alguna invitación para asistir a una boda, o alguna ceremonia de graduación o algún otro acto. 

Tales invitaciones provienen generalmente de personas que nos conocen, que son nuestros amigos y desean que compartamos con ellos su felicidad cuando uno de sus amados van a unirse en matrimonio, o se gradúan en la universidad. 

Su invitación es una señal de su amistad hacia nosotros. De todas las invitaciones que podamos recibir a lo largo de nuestra vida no puede igualarlo a la que se nos extiende a través del Apocalipsis ni sera tan importante como ella. 

Es una invitación a las bodas del Cordero. Nos es extendida por el Espíritu de Dios y la Esposa. Difiere de las invitaciones a los actos mundanos. Cuanto un acto de éstos termina debemos de regresar a nuestras casa. No así cuando asistamos a las bodas del Cordero. 

Hemos de quedar después de la boda, por siempre. Llegamos a ser más que invitados. Cuando arribemos a las bodas celestiales, estaremos llegando a casa. La invitación, “ven”, del Espíritu y la Esposa no termina en nosotros. Hemos sido escogidos para extender la invitación a otros. 

“Y el que oye diga: Ven”. Cuán generoso es Dios al permitirnos invitar a otros a las bodas. Esta no es la costumbre en las bodas mundanas. La invitación procede de los padres del novio y de la novia. Dios nos insta a invitar a otros a venir a las bodas y podemos convidar a quien queramos. 

¡Verdaderamente Dios deposita una gran confianza en nosotros! Así como nosotros suspirábamos por una clase de vida diferente de la que el mundo tiene para ofrecer, también hay otros sedientos de una vida diferente. 

Cuando les llevamos la invitación de Dios, debemos decirles que el refrigerio de la boda del Cordero no será el “vino de este mundo”. 
¡No! Será el agua de vida. Habra abundancia de ella para todos, porque el agua de la vida fluirá del trono de Dios. 

¡Qué maravillosa experiencia será de beber de las aguas vivas! Esta manan del árbol de la vida. La invitación a venir, a beber y a gozarnos por siempre es nuestra hoy. “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven”.
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