Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron su misericordia. Nuevas son cada mañana: grande es tu fidelidad. Lam. 3:22-23.
Durante 40 años el profeta Jeremías instó al pueblo de Judá a que se arrepintiera de su mal proceder. A través de los siglos Dios instruye a su pueblo para que vaya por el buen camino.
Aquí aparece la manifestación del amor de Dios son multiformes y nunca tienen fin.
En este capítulo se revela la verdad sublime acerca de las verdaderas intenciones del Señor para con su pueblo afligido a través de los siglos.
Este libro o capítulo responde en forma totalmente positiva a las preguntas de los cristianos.
Aquí se revela el Señor como Dios que, a pesar del castigo, “no aflige ni entristece voluntariamente” (ver. 33), y cuyas misericordia nunca decayeron” (ver 22).
Resplandece el sol de justicia para cada hijo de Dios que se acerque a Él. No hay un solo ser humano que goce de la perfecta salud espiritual que no necesite la salud que dispensan sus rayo.
La bondadosa misericordia de Dios –la vida, la salud, el alimento, el abrigo, la vestiduras, el afecto humano, el compañerismo y muchas más bendiciones que Dios nos otorga a cada ser humano.
Y cada día se renueva en cada ser humano, y se repite la rendición de Dios. Y una gran mayoría no dan gracias a Dios por sus bendiciones.
Todos los seres humanos, deberíamos estar agradecidos por las ricas bendiciones. Vemos cada día una dádiva de su amor infinito, es una manifestación del constante amor de Aquel que es el Dador toda dádiva y todo don perfecto (Sant. 1:17).
Cada mañana es un nuevo nacimiento, cogemos nuestra mochila de preocupaciones y se la ponemos en manos de Jesús, y con ilusión nos dirigimos a nuestro destino.
La vida cristiana es proseguir caminando hasta que el sol vuelva a salir. Y cada mañana daremos gracias a Dios por la misericordia que a tenido por cada uno de los hijos de Dios.Dios no quiere la muerte del impío, al menos que este abandone a Dios. La vida del cristiano es progresiva, lenta pero segura, siempre que pongamos nuestra confianza en nuestro Dios. Foto del El Periódico
La vida del cristiano es una relación con Dios que se profundiza cada mañana y termina cada noche. Sólo se mantiene si conocemos a Dios mediante la oración y el estudio de su palabra.
La relación debe de ser íntima y estrecha con Dios. El profeta Oseas lo describe muy bien.
Él exige por su misericordia un espíritu contrito, un corazón abierto a la luz de la verdad, amor y compasión por nuestros semejantes y un espíritu que se niegue a ser seducido por la avaricia o el egoísmo. Oseas 6:3.
MARANATA.
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