domingo, 3 de octubre de 2021

EL AGUA DE LA VIDA.

Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna Juan 4:14.

Foto de Wallpape Abyss

Recuerdo en mis años de mi juventud, cuando íbamos al interior de la selva del amazónica, encontrábamos muchos sapos en las charcas de la selva. 

Algunos de un tamaño como la palma de mi mano. Estos sapos contenían gran cantidad de agua, y sobrevivían al intenso calor de la selva cuando está arreciaba. 

Estos vivían gracias a la acumulación del agua, para ellos era el agua que les mantenía vivos. Los aborígenes de Venezuela, las usaban en caso de necesidad, esto nos da lecciones a los hijos de Dios. 

Cristo nos quiere transmitir que bebamos el “agua viva” que él ofrece y poder satisfacer nuestra sed. Nos encontramos en un momento muy delicado en este mundo. 

En una parte del continente hay demasiada agua, la cual causa grandes estragos. En la otra parte hay demasiada sequía, y los pantanos están a un 40%. 

Unos por mucho y otros por poco, pero ambos tienen problemas. Cuando Moisés vio que el pueblo tenía sed en el desierto, Dios le mandó que golpeara la roca, y de la roca salió agua para vida. 

Cristo usó está lección para que la gente se fijara que él era el agua viva. 

La palabra Yo le daré. “yo” es enfática, y establece un clarísimo contraste entre el “agua viva” y el agua del pozo de Jacob. 

Cristo quería darle conocimiento de su palabra que es “vida” la cual el que beba de ese conocimiento no tendrá sed. 

En el mundo hay una sed de conocimiento, pero son pocos los que quieren beber de ese conocimiento. El texto de hoy, nos invita a beber de su conocimiento que es “agua viva” para el hombre. 

La samaritana ve vio del “agua viva” pero no fue egoísta, sino que quiso compartir el conocimiento que había recibido con los del pueblo. 


Todos bebieron del “agua de la vida”, y esta agua está a disposición de cada ser humano. 

Cristo es la roca en el desierto, todos bebieron del agua de la roca, y todos bebimos de la cruz que fue quebrantada en la roca del gólgota. 

Cristo nos ofrece mejores cosas que hay en la tierra, nos ofrece la vida eterna. Aunque para muchos de los llamados “cristiano” esto es una quimera. 

Beber del agua de Cristo, es beber de su conocimiento, de su amor hacia los de más. Es la entrega del “yo” a Cristo. Respondamos como lo hizo la samaritana “Señor dame esa agua” (Juan 14:15).

MARANATA.

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