miércoles, 27 de octubre de 2021

LA VOZ DEL DIOS OMNIPOTENTE 8º PARTE.

Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu Sanador Éxodo 15:26.

Las promesas de Dios son condicionales, no tendrá al culpable por inocente. Cuando el pueblo estaba en Egipto, no tenían el conocimiento de la ley de Dios. 

En el desierto se le dio el conocimiento de su ley. Es uno de los pasajes más hermoso del cuidado de Dios por su pueblo que se encuentra en Isaías. 

Se hace referencia a la protección de Dios a su pueblo, en la gran lucha que su pueblo tendrá a lo largo de toda su historia. Isaías 4:5-6. Pero el pueblo era y es de dura cerviz. 

La situación no ha cambiado mucho. Los que han tenido la dicha de viajar por el desierto del Sahara, conocerán que es difícil obtener alimentos y agua. 

Israel fue sustentado en toda su peregrinación por Dios. Al igual que los hijos de Dios son sustentados por él Señor. 

Si el pueblo de Dios hubiera sido obediente a los requerimientos de Dios, y obedecido a todo das sus enseñanza, la nación judía habría glorificado a Dios. 

Pero fue un pueblo llenos de dudas, y de pocas expectativas. La historia de Israel fue preservada hasta nuestros días para beneficio del pueblo de Dios en los últimos días. 

Para que aprendamos a no murmurar contra Dios, a depender de Él, por muy dura que sea las condiciones en que estemos. 

Si los israelitas se les hubiesen dado la alimentación que tuvieron en Egipto, habrían manifestado un espíritu indócil que el mundo muestra hoy. 

La alimentación que ellos querían a base de carne, no habría llegado a Canaán. Dios quiere un pueblo sano tanto físicamente como mentalmente. Pero Dios da la libertad a cada uno, para que escoja a quien debe de servir. 

Muchos recordamos a los Israelitas de antaño, y nos maravillamos de su incredulidad y murmuraciones. Mirémonos al espejo, y nos daremos cuenta que somos como ellos. 

En vez de quejarnos tanto en esta vida, el lenguaje de nuestro corazón debiera decir: “Bendice, alma mía, a Jehová; y bendigan todas mis entrañas su santo nombre. 

Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”. (Sal. 103: 1-2). 

Esta es la actitud del pueblo de Dios que guarda sus mandamientos. 

Dios no se olvida de los que le aman, de los que le buscan con todo su corazón. “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado,ni a su simiente mendigando pan” (Sal. 37:25). 

Demos gloria a nuestro Dios, por sustentarnos en el desierto de las naciones. Dios no olvida nuestra necesidades, él hará llover pan del cielo para su pueblo. Ame.

MARANATA.

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