Traigo a mi mente recuerdos cuando me entregaron la Biblia, en mi juventud. Al principio no la entendía, todo me era confuso y llenos de tinieblas.
Pasaron tres años, y durante ese tiempo el libro negro, recogía el polvo de mi habitación. De vez en cuando, leía algo, pero no me llamaba la atención.
Creo con sinceridad, que el Espíritu estaba trabajando en mi. Mi familia era cristiana de nombre, mi padre no creía en nada, y mi madre espiritista.
Una buena combinación para mi vida espiritual. Pero los caminos de Dios son un misterio para el hombre, amenos que Dios se lo revele.
Aunque parezca inverosímil, fue mi madre la que me indico que fuera a unas conferencias bíblica. Los caminos de Dios no son difíciles de entender, si uno pone de su parte.
Durante 54 años de estudiar la Biblia, aun saco joyas de gran valor. Estudiamos las Escrituras, no como un fin en sí misma, sino por qué en ellas se halla la vida eterna. Esto lo comprendí a lo largo de mi vida.
Estudiar la Biblia como algo histórico, no nos conducirá a ningún camino. Los judíos estudiaban la biblia y la memorizaban porque entendían que en ella estaba la vida eterna.
Pero sólo se quedaba con la letra, como le pasó a Nicodemo. Ellos creían que el tener un conocimiento de la ley le garantiza de por sí al hombre la vida eterna.
Hillel rabino del siglo I a. C., afirmó: “uno que ha atesorado para sí las palabras de la Torah, ha adquirido para sí la vida del mundo venidero” (Mishnah Aboth 2. 7).
Jesús se refería a esta creencia para recordarles que las Escrituras en las cuales ellos pensaban encontrar la vida eterna era los escritos que testificaban de el (ver PP.383).
Este pasaje nos está indicando que estudiemos con diligencia las profecías, por qué en ellas está la vida eterna.
¿Por qué digo esto? Desde el Génesis hasta Malaquías, es una profecía.
En ellas nos indica la venida del Mesías y la salvación para el hombre. Y desde Mateo a Apocalipsis, es la revelación de Cristo y la salvación del hombre.
Está revelaciones y hechos de Dios señalan hacia el gran día de la venida del Hijo del Hombre. Cuando Dios intervenga Las Escrituras testifican de Cristo y de su venida.
Debemos pedir con humildad, el Espíritu Santo para entender los momentos históricos en que vivimos y el derramamiento de su Espíritu.
MARANATA.
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