En el temor del Señor, es bien bendecido para aquellos que quieren hacer su voluntad. Este era un periodo caótico en Egipto.
Donde de una manera solapada el Faraón mandaba a las parteras que matasen a todo niño varón. Lo que si sabemos que fue en la ciudad de Avaris, donde estaban los Hicsos.
Las hebreas eran mujeres fuertes, acostumbrada al trabajo duro de la tierra. No tanto así las Egipcias eran mas débiles en su estructura.
Pero en medio de este caos, las mujeres egipcias conocían al Dios de Israel. Y le tenían un respeto. El faraón no sospechaba de ellas, sino que las animaba a hacer bien su trabajo.
Y Dios bendijo a estas mujeres. Hoy día pasa lo mismos, hay mujeres temerosas de Dios que cuidan a sus hijos.
Pero con el correr del tiempo, el gran hombre a quien Egipto debía tanto, y las generaciones venideras por sus obras, descendió al sepulcro.
Y “Levantóse un nuevo rey de Egipto que no reconocía al Dios de Israel. A lo largo de nuestra historia, tan bien se levantaron faraones, que no conocieron a los hijos de Israel.
Esto cristianos no fueron echados a los leones, pero si a las hogueras y a los caldosas de las más cruentos castillos.
El tiempo puede pasar, pero los hechos se repiten con mucha frecuencia.
El faraón dijo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros: ahora, pues, seamos sabios para con él, porque no se multiplique, y acontezca que vinieron guerra, y peleen contra nosotros (PP.246-247).
La paradoja es que la historia se vuelve a repetir en distintos conceptos, pero el sistema es el mismo. Hoy no tenemos faraones, tenemos gobernantes, que a su vez son gobernados por los mas ricos del mundo.
Y nos impones hacer cosas que la ley de Dios nos impide. 400 años estuvieron en una agonía, hasta que fueron liberados. Pero, a la larga no aprendieron nada de lo que Dios les enseñó.
Todos cayeron en el desierto, por su incredulidad. “Yo” tengo mucho que aprender en esta vida, por muy corta que sea esta.
Pero una casa que he aprendido es tener respeto a Dios y procurar hacer su voluntad. “Muchos dicen que hacen la voluntad de Dios” Pero es Dios que conoce los corazones de los hombres.
Los hebreos tenían poca fe en su Dios, y no querían sufrir, sus aflicciones eran cada día más pesadas.
Querían ser librados, pero tenían que haber un cambio en ellos. Si miramos a través del tiempo, vemos el mismo panorama, pero siglos más tarde.
Cristo había ya venido, pero nuestra incredulidad, nos llevará hasta el fin del tiempo.
Seguramente “Tú y Yo” no estaremos cuando Cristo venga. Eso ami no me gustaría, y creo que a ti tampoco. Oremos por la Venida de Cristo y el Derramamiento del Espíritu Santo.
MARANATA.
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