lunes, 25 de octubre de 2021

LA GRAN SALIDA DE EGIPTO. 6 PARTE.

Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! yo no soy de palabras elocuentes, ni de antes, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en hablar y torpe de lengua. Éxodo 4:10

A lo largo de mi ministerio, he tenido que oír a personas cristianas que no sabían predicar la palabra de Dios. Lo cierto es que todos tenemos más que un don. 

Yo tenia un amigo, que me decía que no sabía cocinar, pero sabía hacerse unas patatas fritas y un huevo. Todos tenemos un don. Sea éste grande o pequeño, todos podemos hacer nuestra obra para que Dios regrese y recoja a su pueblo. 

Moisés pasó 40 años en el desierto, desprendiendo lo que aprendió en Egipto. Delante de el se Extendía el Sinaí, y Arabia. 

Como pastor de ovejas, se conocía todo el territorio, y muchos días contemplaba la grandeza de Dios. Moisés era en su tiempo “poderoso en palabra” (Hech.7:22). 

Su larga ausencia de Egipto y el hecho de que no había hablado durante muchos años el Egipcio se sentía descalificado para tal obra. 

Pero el Señor le dio el ánimo que necesitaba. “Ahora pues, ve, que yo seré con tu boca, y te enseñaré lo que has de decir. 

Muchos cristianos tienen este miedo en no saber que decir, como explicar Daniel, o el Apocalipsis, incluso las profecías. 

Si Dios, ayudó a Moisés, también nos ayudará a los hijos de Dios. El problema estriba en nosotros, si queremos ir o no. Dios nos ha dado sabiduría para poder llevar el evangelio al mundo. 

Hay mujeres sencillas, sin apenas estudios, pero Dios las a adoptado con un propósito determinado en su localidad. Y esa es la luz que debe de brillar para alumbrar a ese pueblo. 

Dios puso a Aron en su camino para que le ayudará en esta tarea. Así también Dios nos pone a un hermano de la fe para ir hablar a otros. 

Mi amigo Antonio Valor, (antvalor@hotmail.com) tiene un don que yo no tengo, el dar por Interne estudios bíblicos en centroamérica. Y a vuestro servidor Dios le a dado otro don. 

Y a cada uno de vosotros Dios a repartido diferentes dones, y estos dones hay que ponerlos en movimiento. 

Es una responsabilidad de cada hijo de Dios, así como lo fue para Moisés. 

No podemos poner excusas a Dios, de que no sabemos hablar, como las puso Moisés.  

Las consecuencias de las plagas de Egipto, fue causada por su incredulidad a las cosas de Dios. 

“En el tiempo de la angustia que vendrá inmediatamente antes de la venida de Cristo, los justos serán resguardados por el ministerio de los ángeles; pero no habrá seguridad para el transgresor de la ley de Dios. 

Los Egipcios pagaron las consecuencias de desechar a Dios. Así será en el último tiempo. Los ángeles no podrán proteger a los que estén menospreciando uno de los preceptos divinos. (PP. 261).

MARANATA.

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