Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio: porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste. Y dijo David a Ornán por aquel lugar seiscientos siclos de oro por peso 1º Crónicas 21:24-25.
Cuando se viola la naturaleza, y los hombres escogen caminos contrarios a los de Dios, las consecuencias se pagan. En esta vida existen hombres que son justos y honrados, pero también hay hombres avaros, codiciosos, que buscan gangas cuándo las cosas están mal.
Recién llegado a España, hace muchos años, recorría los pueblos del Pirineo Aragones. Y me encontraba con personas muy honestas, a la hora de vender un producto.
No eran como los de la ciudad, que un articulo lo vendían por un precio más elevado que en estos pueblo.
Cuando se establece unos principios morales y religiosos, todos tus actos se dirigen a un bien común, ayudar y a ser honestos con los demás.
El rey David, podía por derecho real, obtener el terreno de este hombre, pero quiso ser justo, con el y con el dueño del terreno. El dueño y señor de las tierras, se conformo con el precio.
Esta colina estaba destinada a ser uno de los lugares más históricos de la tierra, ya que años más tarde se construiría el gran templo de Salomón en Jerusalén.
Cristo compro a gran precio el templo de nuestro corazón. Pero a diferencia que el templo de Jerusalén, nosotros somos los dueños de nuestro corazón. Cristo, la compra a gran precio, labra la tierra y quita todas las impurezas.
Y poco a poco va edificando un templo, para habitar Cristo en él. Cierto es, que muchos no quieren vender la tierra de su corazón, porque esta ya fue comprada por otro rey de este mundo.
La actitud del anciano David refleja la experiencia de toda su vida. David en tiempos de su juventud, podía conseguir todo lo que se proponía a precios muchos más bajos; ya que era el rey y imponía su autoridad.
Tomo a Bat-seba, la esposa de otro hombre, que no podía ni debía hacerlo, pero lo hizo. Para ello tuvo que matar y robar. Nuestro peor enemigo Satanás ha hecho desde el principio lo mismo, mato espiritualmente al hombre y después lo poseyó.
El pecado es el mismo, y David pago su precio. Sólo el arrepentimiento y el perdón puede librar al hombre de su propia esclavitud.
David busco el consuelo y el perdón de Dios, edifico en su corazón un templo que el enemigo no podía dañar.
La consagración y la oración fue el camino que el siguió. "Humíllate ante tu Dios".
Los verdaderos adoradores de Dios no deben de ocuparse de terrenos de este mundo.
Deben de amar y de servir sobre el nivel de la sencillez y el amor, reconociendo que Cristo compro nuestro corazón a gran precio. Por lo tanto debemos servirle con sencillez y fidelidad reconociendo su amor.
No eran como los de la ciudad, que un articulo lo vendían por un precio más elevado que en estos pueblo.
Cuando se establece unos principios morales y religiosos, todos tus actos se dirigen a un bien común, ayudar y a ser honestos con los demás.
El rey David, podía por derecho real, obtener el terreno de este hombre, pero quiso ser justo, con el y con el dueño del terreno. El dueño y señor de las tierras, se conformo con el precio.
Esta colina estaba destinada a ser uno de los lugares más históricos de la tierra, ya que años más tarde se construiría el gran templo de Salomón en Jerusalén.
Cristo compro a gran precio el templo de nuestro corazón. Pero a diferencia que el templo de Jerusalén, nosotros somos los dueños de nuestro corazón. Cristo, la compra a gran precio, labra la tierra y quita todas las impurezas.
Y poco a poco va edificando un templo, para habitar Cristo en él. Cierto es, que muchos no quieren vender la tierra de su corazón, porque esta ya fue comprada por otro rey de este mundo.
La actitud del anciano David refleja la experiencia de toda su vida. David en tiempos de su juventud, podía conseguir todo lo que se proponía a precios muchos más bajos; ya que era el rey y imponía su autoridad.
Tomo a Bat-seba, la esposa de otro hombre, que no podía ni debía hacerlo, pero lo hizo. Para ello tuvo que matar y robar. Nuestro peor enemigo Satanás ha hecho desde el principio lo mismo, mato espiritualmente al hombre y después lo poseyó.
El pecado es el mismo, y David pago su precio. Sólo el arrepentimiento y el perdón puede librar al hombre de su propia esclavitud.
David busco el consuelo y el perdón de Dios, edifico en su corazón un templo que el enemigo no podía dañar.
La consagración y la oración fue el camino que el siguió. "Humíllate ante tu Dios".
Los verdaderos adoradores de Dios no deben de ocuparse de terrenos de este mundo.
Deben de amar y de servir sobre el nivel de la sencillez y el amor, reconociendo que Cristo compro nuestro corazón a gran precio. Por lo tanto debemos servirle con sencillez y fidelidad reconociendo su amor.
MARANATA.
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