Ni este pasaje ni la advertencia
de nuestro Salvador contra la preocupación (Mat. 6:34) tiene el
propósito de enseñarnos a descuidar el futuro (2º Tes.3:8-11),
sino que son advertencias contra la confianza propia y la seguridad
en uno mismo.
Tenemos el ejemplo del rico insensato que quería
hacer un granero más grande, en vez de repartir con los más
necesitado su alimento (Luc. 12:15-21 cf. Sat. 4:13-14).
La verdadera
confianza en nuestro Dios caracteriza al cristiano (Rom 8:28; Fil.
4:11) y lo capacita para enfrentar el futuro sin temor, aunque no
pueda saber más que el incrédulo mismo en cuanto a lo que puede
ocurrir mañana.
Por otro lado la dilación estorba el éxito.Y
arruina el crecimiento. En los negocios resulta costosa, en el
hogar, es un despilfarro de tiempo; pero en los asuntos concerniente
a la espiritualidad del cristiano es desastrosa.
Perdemos tiempo en
cosas banales, y en averiguar que aremos mañana, o pasado mañana o
tal vez dentro de un año.
El tiempo nonos pertenece, sólo el presente y lo que deberíamos hacer para llevar almas a Cristo.
El tiempo nonos pertenece, sólo el presente y lo que deberíamos hacer para llevar almas a Cristo.
Cuando
miramos retrospectivamente debemos admitir que existe un gran espacio
entre la resolución y la ejecución. Esto que os cuento es una
historia, no se si es real, pero dice mucho con la relación que
tenemos con nuestro Dios.
Un joven matrimonio se fue a vivir a la
montaña, construyo su casa y la verja para el ganado. Pro apareció
la enfermedad de su amada esposa. Lo peor del caso que ella perdió
la voluntad de luchar por la vida.
Yacía en cama, indiferente,
aparentemente sin importarle nada la vida. No tenia ganas de vivir.
Esta mujer necesitaba una transfusión; necesitaba el deseo de vivir
una nueva vida.
El esposo le ofreció su sangre para que ella
viviese, pero por esas casualidades el le dio la medicina que ella
necesitaba. “Te amo tanto” que mi vid seria como un arroyo sin
agua, tu eres el agua que me mantienes vivo.
Una alegre sonrisa y las
lagrimas caían de sus ojos azules cuando ella le dijo:
“¿Nuca me lo dijiste?” Desde entonces ella se recupero. Cuántas veces no le décimo a Dios lo que nos pasa, y que le queremos, que somos como el arroya pero sin agua.
“¿Nuca me lo dijiste?” Desde entonces ella se recupero. Cuántas veces no le décimo a Dios lo que nos pasa, y que le queremos, que somos como el arroya pero sin agua.
Cristo esta presto a escucharnos, y a darnos el
agua de la vida. Vivamos el día de hoy, y no el mañana, porque
basta el día su afán. Seamos arroyos de agua viva, para dar a otros
a ver del manantial de la vida que es Cristo.
MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS
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Notificación: Estimados lectores
de este blog. Oren por mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7
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