domingo, 6 de octubre de 2019

LA VID Y SUS PÁMPANOS


Permanecer en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, sí no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Juan 15:4
Comúnmente los discípulos de Jesús trataban de cortar los pámpanos del cristianismo de la vid. 

La misma confusión es el pensamiento en la actualidad. 

Tenemos la tendencia a ser selectivos en nuestra fe, tomando lo que atrae a nuestra fantasía superficial y abandonamos las responsabilidades más profundas. 

Permanecer continuamente en conexión viviente con Cristo es esencial para el crecimiento y para dar frutos. No es suficiente prestar una atención esporádica a la religión. 

El crecimiento espiritual no se promueve mediante el fervor religioso, entusiasta y transitorio de un día, seguido por una profunda depresión ocasionada por el descuido por el descuido del día siguiente. 

Permanecer en Cristo significa que el alma diariamente debe estar en constante comunión con Jesucristo por lo menos tres veces al día, y debe vivir la vida de Cristo. (Gal. 2:20). 

Deseamos el poder del cristianismo, pero no nos interesa su disciplina. Anhelamos la paz que sobrepuja todo el entendimiento, pero nos despreocupamos de la justicia que constituye el fundamento de dicha paz. 

En otras palabras, deseamos la victoria, pero desechamos la cruz. No es posible que una rama dependa de otra para su vitalidad; cada una debe mantener una relación personal con la vid. 

Y cada miembro debe dar sus propios frutos. Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. 

Nuestro adversario procura constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que obtengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y poder para resistir a la tentación (Camino a Cristo 94). 

Si deseamos fe, debemos descubrir la fuente de donde fluye. Si deseamos experimentar una medida abundante de amor de Dios, debemos amar a nuestros semejantes. Si deseamos el perdón de los demás, debemos aprender a perdonar. 

Mires a donde mires la cruz y la victoria esta unidas. “La mente carnal. . No se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede” (Rom. 8:7).

Es imposible que el hombre por su propia fuerza escape del abismo del pecado en donde ha caído. La base de nuestra esperanza se halla en Dios; pero nosotros tenemos que pagar el costo. 

Tiene que morir muchas cosas en nuestra vida, antes de que otras puedan vivir. La unión del pámpano con la vid es vital, la oración es vital para el cristiano.
MARANATA.
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Notificación: Estimados lectores de este blog. Oren por mi salud y por este proyecto Sal. 62: 7

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