Durante los últimos
meses de la guerra civil de Norteamérica en un lugar llamado Cold
Harbor, los soldados de la Unión llevaban sujeto al uniforme un
papel con un nombre y el de su familia más allegados para que, en
caso de que murieran, se los pudieran identificar.
En los ocho primeros
minutos de aquella terrible batalla, el general Grant perdió siete
mil hombres. Los heridos que quedaron atrapados en la zona donde se
llevo acabo la matanza entre ambos ejércitos, gimieron y clamaron
por ayuda durante tres días.
No tenían agua, ni
medicinas ni alimento. Al cuarto día sus suplicas fueron
desvaneciéndose en el tiempo y haciéndose más débiles hasta que
finalmente sólo reino el silencio. La atrocidad de la guerra dejo
paso al dolor de las familias, que nunca más pudieron ver a sus
hijos.
Veamos este hecho
bajo otra perspectiva. Jesucristo pide la misma consagración a los
soldados de Cristo, pero en este caso el final sera diferente. La
batalla es a muerte, la muerte del pecado, de los vicios que
contamina al hombre; del orgullo y de la arrogancia.
Este es un planeta
rebelde, y servimos al Rey de Reyes, en un territorio ocupado por un
ángel caído, que quiso usurpar el trono de Dios. La lucha es
feroz, es una lucha que interviene dos ejércitos antagónicos, y que
el hombre se ve envuelto en esta
guerra. El día de
la victoria esta casi a la vista.
Entre tanto, la lucha del
cristiano arrecia en todos los frentes y el enemigo contra ataca
constantemente a los ejércitos de Dios, sabiendo que le queda poco
tiempo, reúne a todos sus huestes de ángeles y emplea las armas más
refinadas, para hacer caer al cristiano fiel.
El versículo de hoy
fue escrito por Juan y va dirigido a la iglesia de Esmirna, y por
ende a los hijos de Dios en el último tiempo, esta iglesia era la
segunda que se menciona ne Apocalipsis.
Se le advirtió que
que les aguardaba el sufrimiento, la cárcel, pruebas y tribulaciones
incluso la muerte por causa de su fe.
Este periodo fue muy
duro para la iglesia, Trajano (98-117) decreto la muerte de los
cristianos. Este edicto permaneció hasta
que Constantino
promulgo un edicto de tolerancia en el (año 313). La tristeza es
que hoy en pleno siglo XXI los cristianos son perseguidos y
ejecutados a sangre fría, incluso puestos en la cárcel. Y los
países llamados democráticos queda impasibles ante tanta barbarie.
Pero para muchos
cristianos del pueblo de Dios, los peligros de la lucha espiritual de
este siglo revisten un aspecto diferente. Las presiones sociales,
los reflejos condicionados y el lavado de cerebro producido por los
medios de comunicación, pueden resultar más devastadores para la fe
y la piedad que la coerción física que amenaza a los fieles de la
antigua Esmirna.
Las armas y los
métodos son diferentes, pero el enemigo y sus objetivos son los
mismos. La muerte y la vida se oponían entre sí para los cristianos
de Esmirna.
Si eran fieles hasta el fin obtendría la vida eterna.
Este es un principio universal del reino. Para heredar la promesa que
dice: “Yo te daré la corona de la vida”, hay que guardar el
precepto que manda: “ser fiel hasta la muerte”.
Maranata.
Les
agradezco sus oraciones, no estoy muy bien, pero por la gracia de
Dios se que me recuperare de la vista. Sigan orando por mi
recuperación. Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo sea con
ustedes.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
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segunda venida apocalíptica
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