domingo, 23 de noviembre de 2014

¿ESTAMOS A DISPOSICIÓN DE DIOS?


No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, exigiendo obediencia a los deseos del cuerpo. Ya no debéis poner vuestros miembros a disposición del pecado, como instrumentos de iniquidad. No. 

Poneos a disposición de Dios, como muertos que habéis resucitado; entregadle vuestro cuerpos como instrumentos de justicia; porque el pecado ya no seguirá siendo vuestro amo Rom. 12-14. versión Inglesa.

El testo nos indica “no continúe reinando” como reinó en lo pasado. Al usar Pablo el verbo, “reine”. Pablo no implica una comparación entre reinar y existir, sino entre reinar y estar completamente destronado. Los creyentes mueren con Cristo de modo que el pecado no tenga más dominio sobre ellos.

La evidencia textual se inclina por el texto “obedezcáis “ .
Si analizamos el pecado, descubriremos que éste y los apetitos son inseparables. El pecado no se puede separar del pecador. E. G. Robinso declara con razón que “el pecado no sólo es un acto, algo ajeno al ser.

Es una cualidad del ser. No es posible separar al pecado del pecador, ni al acto de la persona que lo realiza. Dios castiga pecadores, no pecados”. El pecador pone su cuerpo a disposición del pecado. Este se convierte en instrumento de iniquidad.

Codicia con los ojos; mantiene los oídos abiertos para captar chismes; comete maldades con las manos; pronuncia palabras incoherentes. Todos sus sentidos y actos participan en el juego fatal del egoísmo, la exaltación y la complacencia propia.

El pecado todavía tiene poder;si se lo permitimos y puede dominarnos. El haber renacido del Espíritu Santo no elimina los deseos carnales; sin embargo, esa experiencia nos coloca en    
relación con un poder superior mediante el cual siempre somos capaces de resistir con éxito los intentos del pecado por dominarnos. Pero sigue dependiendo de nosotros que decidamos si estaremos continuamente de parte pecado o de Cristo.

Por esta razón “cada mañana” debemos experimentar una renovación o una conversión (ver. 3JT.93; 1º T. 699). Nuestra experiencia de ayer no es suficiente para hoy. Aunque hayamos muerto ayer al pecado, nuestro “viejo hombre” puede hoy reaparecer. 

Podemos vivir diariamente para Dios únicamente si mantenemos nuestra antigua naturaleza completamente muerta al pecado. Cada día vivo en Cristo y cada día muero al pecado.

Esta experiencia es posible mediante las unión con Jesucristo por medio de la fe en él que sea tal real y tan constante como para que, a semejanza de él, odiemos al pecado y amemos la rectitud. Que esto sea una realidad en tu vida. 
Maranata
Les agradezco sus oraciones, no estoy muy bien, pero por la gracia de Dios se que me recuperare de la vista. Sigan orando por mi recuperación. Que la paz de Nuestro Señor Jesucristo
sea con ustedes.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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