viernes, 8 de octubre de 2021

LA LLANURA DEL JORDÁN.

Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán. Que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto entrando en Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra Gén. 13:10.

No hay peor en este mundo que la avaricia y la codicia. Lot entró rico y salió pobre. Esta es una lección que el cristiano deberíamos aprender desde nuestra juventud. 

Las cosas nos entra más por la vista, que por nuestro entendimiento. Los ojos del entendimiento de Abrahán creo que no estaban cerrados cuando decidió que aquel lugar sería peligroso para su familia. 

Por otra parte Abrahán no podía estar constantemente discutiendo con Lot, así que tomó la mejor decisión. En su mente no podía reinar la paz, ni siquiera transmitirla a su descendencia. 

La separación era dolorosa, pero así debía de hacerse. Lot sólo vio las ganancias y la prosperidad de su tribu, no vio las consecuencias que ello podría acarrear. 

Dios estaba observando, dejando plena libertad a los dos hombre que tomara su propia decisión. 

Esto es lo que ocurre a cada cristiano, cada uno es libre de escoger el camino que el crea mejor para sus intereses. 

Dios no obliga a nadie, pero su infinito amor traspasa lo infinito y recoge al pecador con su tierno amor. Lot que solo pensaba en si mismo, no vio el peligro de Sodoma. 

Hoy nos pasa lo mismo, no vemos el peligro de las grandes ciudades para nosotros y para nuestros hijos. La fertilidad del valle del Jordán con sus vegetaciones tropicales, eran muy atractivas. 

Moisés había oído del paraíso por tanto tiempo perdido, era tan fértil como el delta del Nilo que Lot y Abrahán vieron en Egipto. 

Así nos parece las grandes ciudades del mundo, hay algo que nos atrae, pero que al mismo tiempo es una trampa mortal. 

A pesar de sus errores Dios se acordó de la familia de Lot, y tuvo que enviar a sus ángeles para sacarlos de la ciudad. Esto también pasará en un tiempo no muy lejano. 

Dios envía el ángel a la iglesia de Laodicea. Su amonestación es veraz, y tiene que demostrar que es frío o caliente. Y esto es una lección para que todos entendamos el aviso de Dios. 

La voluntad de Dios debe de ser nuestra voluntad. Abrahán escogió servir al Señor, y hizo su voluntad. 

Hemos de estar abiertos a las amonestaciones de Dios, y dejar aquello que nos separa de Dios. 

Dije en cierta Matutina, que Dios no a bisa dos veces, sino setenta veces, para que salgamos de las costumbres de este mundo. Dios conoce nuestra tendencias, ve el futuro. 

Nos da el último aviso, para que volvamos a Él. Nuestros ojos deberían ser dirigidos a nuestro Dios, para contemplar la salvación. Abrahán lo contempló y se gozo en Él.

MARANATA.

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