jueves, 21 de octubre de 2021

DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD 2º PARTE.

Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey. . . He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros Éxodo 1:8-9.

El pueblo de Dios fue grandemente bendecido en Egipto. Y la envidia de los Egipcios era también grande, ya que tenían temor de que se apoderasen de todo el país. 

La nueva dinastía era idólatra y tenía gran ansia de poder. La envidia es uno de los grandes males del ser humano. 

Durante 150 años Israel vivió tranquilo con los hicsos, pero Kamosis deseaba más poder y liberar su país, pero el verdadero libertador de Egipto fue Amosis, hermano de Kamosis. Había muerto la generación que había experimentado las bendiciones de Dios. 

Pero Dios no se olvidaba de su pueblo. A través de la aflicción Dios estaba preparando a su pueblo para darles lo que había prometido a Abrahán. 

Tutmosis I (1525-1508 a.C.) fue el que empleo esclavos asiáticos (en pequeñas cantidades). para la construcción del templo. 

El pueblo de Dios contra más opresión sentían, las mujeres tenían mas hijos. El faraón amargo la vida de los hijos de Israel, ellos tenían que pasar por el crisol para ser pulidos. 

La perfección de Dios es absoluta. Y esa perfección tenía que caracterizar a los hijos de Israel. Vemos que la vida de Cristo se ha de revelar en la vida de sus hijos. 

Dios quería un pueblo de gente santa, que adorasen a un único Dios. Israel se había olvidado del Dios de sus padre. 

A través de la historia del pueblo de Dios, sobretodo en la Edad Media, sufrieron penalidades, hambre, muerte y persecución. La historia se repite. Dios no quiere que su pueblo sufra ¡No! 

Es su pueblo el que le ha abandonado. Las costumbres paganas entraron y sigue entrando en el pueblo de Dios. Es una verdad que no podemos negar. 

Dios no quiere que su pueblo sufra, Dios no abandona a su pueblo, es su pueblo que lo abandona. 

El pueblo de Israel de antaño, tenía que haber un reavivamiento y una entrega a su Dios. Así a pasado durante años. 

Pero hoy que casi todas las profecías se han cumplido, el pueblo de Dios tiene que realizar un reavivamiento y una reforma bajo la ministración del Espíritu Santo. 

Tiene que haber una renovación de la vida espiritual, una vivificación el corazón y de la mente. Así veremos, como Israel tenía que aprender esta lección en el Sinaí. 

A pesar de todas las dificultades que el pueblo de Dios paso, Dios los bendecía. Y así será antes que Cristo venga en su gloria. 

El pueblo tiene que pasar por el desierto y por el mar, antes de que Cristo venga en las nubes. La fidelidad a Dios por parte de su pueblo, es lo más importante. Israel no fue fiel y cayó en el desierto.

MARANATA.

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