miércoles, 20 de octubre de 2021

DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD 1º PARTE-

Y los hijos de Israel fructificaron, y crecieron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo; y la tierra se llenó de ellos. Exo:1:7.

Tanto Jacob como José, vieron la grandeza y el amor de Dios para con su pueblo. El pueblo se multiplicó durante el periodo de los hicsos. 

La paz en Egipto y su abundancia de alimento era grande. Este periodo abarca 1730-1580 a.C. Se llenó la tierra de Egipto de los descendientes de Jacob. 

Una de las grandes bendiciones que fue concedida fue a las mujeres. Estas daban a luz a sus hijos, mejores que las egipcias. 

Dios nunca abandonó a su pueblo, ni en el AT ni en el NT. La misericordia de Dios fue manifestada a lo largo de este periodo. 

El clima de Egipto, la fertilidad de la tierra, la virilidad natural de los hebreos junto con la bendición de Dios resultaron en un crecimiento extraordinario de la población. 

El pueblo de Israel no se debía conformarse con la expectativa de que ellos se produjera un cambio tanto social como espiritual. 

El pensamiento de una gran mayoría, era quedarse en Egipto, mientras otra minoría querían ir a la tierra prometida. 

¿No encontramos algo similar en el pueblo de Dios en nuestros días? Pero la abnegación de las mujeres hebreas por inculcar a sus hijos las enseñanza de Dios, pasaba el umbral de las puerta eterna. 

Hoy también hay mujeres que desean una educación cristiana para sus hijos, estas mujeres son especial tesoro para Dios. 

sufren en silencio, oran por sus hijos, y aun cuando están en una edad avanzada, siguen orando por ellos. 

Pero este sueño maravilloso de criar a sus hijos en un parís como era Egipto, traería consecuencias graves. Las madres hebreas comprendieron la gran importancia de la educación de sus hijos, y en gran medida, el destino de sus hijos estaba en sus manos.

 Este concepto no ha cambiado en nuestros días. Pero muchas madres de Israel, no tenían este concepto muy claro, y un poco más tarde se vería las consecuencias. 

El pueblo de Israel, se acomodo, se relajó en los asuntos de su Dios. Hoy hay un gran parecido entre ambos pueblos. 

Las bendiciones de Dios no han cambiado, son las mismas para su pueblo. El que ha cambiado es el ser humano. 

Dios es el mismo, él no cambia, sus bendiciones son las mismas. 

Cuando nos separamos del mundo, encontramos dificultades por todas partes. Como lo experimentaron los hebreos. Pero hay un consuelo para las padres: 

“Somos hijos de Dios” y la tierra prometida está mas cerca de lo que pensamos. Ellos no creyeron, y fueron dejados en el desierto. Debemos de manifestar, por medio de nuestras palabras y acciones, que somos hijos de Dios.

MARANATA.

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