sábado, 30 de octubre de 2021

CRISTO EL AMIGO FIEL.

Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. Santiago 5:20.

Vivimos en un mundo ingrato y falta de sabiduría y de amor hacia los demás. Es por eso que se necesita gran amor y sabiduría para poner en práctica los principios establecidos por Dios. 

Debemos experimentar cada cristiano el ganar almas para Cristo, cuando se hace lo que Jesús nos indica, el cielo se regocija cuando “un pecador se arrepiente” (Luc. 15:7). 

Tenemos el caso de María Magdalena en casa de Simón (ver DTG. 511-522). Es curioso que cuando leemos este caso de arrepentimiento, nos encontramos que Simón fue quien condujo a María al pecado (ibid 519-520). 

Solo Dios convierte al pecador; los seres humanos son sus instrumentos en esa obra. Dios tiene multitud de formas para llegar a los pensamientos de los hombres y que estos reconozcan la dádiva divina. 

Así que el hombre es un instrumento en las manos de Dios, si estos quieren colaborar con su Creador. 

Dios no obliga a nadie a salvar almas, pero cuando uno es tocado por el Espíritu de Dios, tenemos la obligación de llevar almas para Cristo. 

Los ángeles se gozan cuando un alma se entrega a Dios. Hay gozo en el cielo por un alma arrepentida. 

En la Biblia hay argumentos para inducir a los pecadores a volverse a Dios en la pureza y en la paz. 

También es cierto, que nuestro ejemplo determinará si esa persona acepte la salvación que Dios le ofrece. 

Recuerdo que el jefe de Ingeniería, me llamó para ofrecerme un cargo mejor que el que tenía. Le pregunté cual era los motivos de este ascenso, y más en una base militar de la USF. 

Unas de las razones era mi ejemplo y mi discreción. La mayoría de las veces nuestro ejemplo habla de quien somos y que religión practicamos. Depende de nuestro ejemplo que nuestro Dios sea ensalzado. 

La muerte de un alma por nuestra conducta es anotada en los libros del cielo. En muchas ocasiones nuestra hipocresía es descubierta. Es lo que le pasó a Simón en su casa. 

Pero Jesús no le puso en dificultad a su anfitrión. 

En lugar de ello, le contó la parábola de los deudores. 

Nosotros no tenemos que poner en evidencia a nuestros hermanos en la fe, como muchos tienen por costumbre. 

El amor de un cristiano hacía otra persona sea esta creyente o no, debe de ser cortés y con respeto y amor. 

Esta es la receta que debería imperar en un cristiano. “Amor por amor se paga”. 

Dios nos da amor y nosotros tenemos que dar amor. El deseo de rescatar a un hermano o a los hombres debe de ser nuestra mayor necesidad.

MARANATA.

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