viernes, 17 de enero de 2020

SÓLO ANTE LAS CIRCUSTANCIAS.


Y he aquí, le trajeron a un paralítico echado en una cama; y viendo Jesús la fe de ellos , dijo al paralítico: Hijo, ten ánimo, tus pecados te son perdonados. Mateo 9:2.
Mucha tinta se ha escrito sobre este verso, y sobre la fe de sus compañeros. 
¡No la fe de él! Estos hombre de mostraron una fe que el hombre no tenía ya que estaba en esa situación por las consecuencias de su vida. 

Había derrochado su juventud en los placeres de esta vida. Las consecuencias no se hicieron esperar. Hace escasamente tres días, cogí el bus para ir a casa de mi hermana. 

Cuando escuche la conversaciones de dos personas, hombres de 65 y el otros 70 años. Estaba hablando de sus años y decían que ya eran ancianos. 

En ese momento incline mi cabeza y eleve una oración de gratitud a mi Dios. ¿Por qué? Porque vuestro servidor cumpliré 76 año dentro de tres meses, y mi apariencia era más joven que las de estos señores. 

Cual es el factor decisivo que vuestro servidor sea más joven. Desde mi juventud, no bebo alcohol, no fumo, llevo una alimentación sana vegetariana, hago deporte conforme a mi edad. 

Todo esto gracias a mi Dios que me enseño cómo vivir mejor y cómo evitar enfermedades. Aunque estamos en un mundo llenos de enfermedades y por lógica caemos. 

Este hombre estaba así por las circunstancias de su vida, y la enfermedad callo sobre el. 
Cuando el pecado hace la separación entre Dios y el hombre, este cae en manos de la enfermedad. 

Dios no tiene culpa de las enfermedades en las que el hombre cae, el culpable es el hombre, por llevar una vida que no esta de acuerdo con su hacedor. 

Dios dio una normas de salud, para que el hombre no tuviera enfermedades, pero lo que come hoy el hombre es basura, pura basura, y cosechara las enfermedades de esa basura. 

El paralítico de nuestra historia cosecho lo que el había sembrado, no tenia fe en la vida. Pero sus amigos si creían que el dador de la vida podría restablecerlo.

Por eso hicieron todo lo posible para llevarlo ante la presencia del dador de la vida. Esencialmente es el pecado que destruye la vida de las personas. 

Y se dice: esto no tiene importancia, pero poco apoco la salud va menguando y caemos en las garras de la enfermedad. Creo sinceramente que la solución es volver a la fuente de la vida. 

Cristo nos dice: ”Venid a mí. . . y os haré descansar” Sé tu mi roca de refugio, adonde recurra yo continuamente, has dado mandamiento para salvarme; porque tú eres mi Roca Y mi fortaleza. (Sal 71:3). 

Unicamente él puede desterrar la soledad ocasionada por el pecado. Y lo hace mediante nuestro arrepentimiento y confesión y su fiel perdón. 
En verdad, que gloriosa provisión para hoy y para cada día hay en Cristo Jesús.
MARANATA.
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