miércoles, 15 de enero de 2020

EL HOMBRE CIEGO.


Más el respondió y dijo: si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Juan 9:25
Las acusaciones contra Jesús por parte de los fariseos y sacerdotes eran continuas. 

Y esta vez tenían un motivo nuevo para acusarle. 

Los judíos procuraron conseguir la declaración de que no había sido Jesús, sino Dios quien le había curado al hombre. El que fue sanado era un joven ciego de nacimiento. 

Los padres bien por temor o por prudencia no estaba seguros como los judíos. Pero sus vecinos le hicieron tres preguntas al joven. 

1º “¿No es este el que se sentaba y mendigaba?” 2º “¿Como te fueron abiertos los ojos?” y 3º “

¿Dónde está él?” Estas tres preguntas representa bien lo que ocurre a un cristiano cuando se convierte. 

 Otra prueba de su evidencia de este joven ciego, era su seguridad de que había sido sanado. 

Rehusó apelar a sutilezas en cuanto a Jesús, el era un pecador. Y basó su testimonio en una evidencia indiscutible. 

El era ciego y ahora veía. Las personas se asombraban ante ese cambio; y deseaban saber quien produjo ese cambio en el joven, y finalmente querían conocer a Aquel que izo el milagro.

Los fariseos presentaron objeciones porque el milagro se había hecho en sábado. Daban por sentado que nadie que fuera “de Dios” sanaría a un hombre en día de sábado.

Finalmente llamaron al joven: “Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador” Tan sumidos estaba en la ignorancia que no supieron distinguir la verdad del error. 

El joven dio la respuesta sincera que mana de un corazón herido por el pecado. “Habiendo yo sido ciego, ahora veo”, Esto entraña una lección para los cristianos Laodicenses.

Pocos son los que dan testimonio de la verdad presente, a la hora de la verdad. Muchos se llaman cristianos, sólo de nombre pero no de hecho. Por otro lado este texto encierra una lección. 

Cuando una persona experimenta el poder sanador, restaurador de Jesús, ningún argumento podrá convencerlo de que está errado.

El sabe su vida pasada, sabe de sus caídas y sabe la degradación de su vida. Todo eso debe de contar a la hora de determinar su testimonio ante los del mundo. 

Y lo más importante sabe cómo ha sido salvado, y que precio pago Jesús por el. 

Los cristianos más convincentes son los que hablan de su experiencia personal. 
Cuando el cristiano presenta experiencias en vez de simples opiniones, la gente estará más dispuesta a aceptar las enseñanzas de Cristo. 

El destino de las almas, depende de nuestro testimonio y de nuestra lealtad a Dios.
MARANATA.
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