LA REVELACIÓN DE LA GRACIA.

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores buscan que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Juan. 4:23-24.

La “hora” esta por caer, el mundo vive ajeno a su destino. La segunda venida de Cristo esta a las puertas. Jesús estaba hablando con una mujer samaritana junto al pozo de Jacob. 

Esto era insólito en aquel tiempo, pero Jesús veía la necesidad y la inquietud de esta mujer. Jesús no necesitaba sondar en las huellas del pasado, sólo veía la necesidad de una mujer necesitada de compresión y conocimiento de la verdad. 

No es necesario esperar algún tiempo futuro para participar del verdadero culto, para recibir el “agua viva” Jerusalén había sido el lugar del culto señalado por Dios. 

Pero el verdadero culto puede comenzar “ahora” en tu casa, bien sea en el campo o en la ciudad. 

Lo que importa es cómo se rinde culto y no dónde. 

Dios busca a hombres y mujeres que le adoren y que la adoración mane del corazón, no en el culto que consiste esencialmente en formas rituales realizadas en algún lugar particular. 

Lo que estoy viendo que el culto espiritual esta desapareciendo rápidamente. Muchos van por los panes y los peces, otros van a misa de las once, y los más atrevidos no van al culto alegando fuerzas mayores. 

Así se pierde el verdadero culto. Con este panorama, ningún vinculo unirá a los miembros con Dios. La obra de Cristo es establecer un verdadero culto de consagración y adoración. (DTG. p. 130). 

Los verdaderos adoradores serán aquellos que adoren con toda sinceridad, con la más excelsa facultades intelectuales y con todo fervor, cuando se aplican al corazón los principios de la verdad (ver. Mat.5:3, 48; 7:21-27; Mar.7:6-9). 

Jesús nos dice que está es adoración genuina; todo lo demás es falso. La misma distinción que aquí se hace entre la adoración verdadera y las formas de culto es claramente presentadas por el profeta Miqueas (cap. 6:7-8). 

 El Padre busca la sinceridad del corazón, la humildad y cuida de sus hijos cada momento de su vida. 

No sólo acepta a los “verdaderos adoradores”, sino que ansiosamente “busca” a los que estén dispuestos a adorarle “en espíritu y en verdad” 

y los anima a que se le acerquen y comprueben su infinito amor (Eze 18:31-32; Juan 3:16; Hech.17:24-31; 2º Ped. 3:9). 

Pregunto: ¿Será posible que el hombre moderno haya olvidado cómo adorar a Dios? 

Nuestra generación y la que entra está preocupada con el “sentido de fraternidad”, la santificación estética y las formas litúrgicas. 

El factor que permanece ausente en ambas épocas es la experiencia viva de la presencia de un Dios Santo.

MARANATA.

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