miércoles, 4 de septiembre de 2019

NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDAS HACER HOY.


Amístate ahora con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Job 22:21.
Es en este texto donde comienza la exhortación que debe hacer el hombre con Dios. 

“Venid luego, dirá Jehová, y estemos a cuenta. Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nueve serán emblanquecidos: 

sí fueren rojos como el carmesís, vendrán a ser como blanca lana (Isa. 1:18). Dios nos hace una invitación. “Venid y entendámonos” Dios nos invita a los hombres y mujeres a tener un encuentro con él, a fin de tratar libremente y francamente nuestros problemas. 

El Señor no es un juez desconsiderado, ni un tirano arbitrario, sino un padre bondadoso y un buen amigo. 

“Hoy te llama el Salvador; quiere que te refugies en él; la tormenta de justicia cae, y la muerte esta cerca”. 

Dios se interesa por las cosas que afectan al hombre, y se preocupa por el bienestar humano. “Aunque la tierra este como en tiempos de Noe” 

Todas las advertencias divinas son dadas para el bien del hombre. Esto es lo que él anhela que el hombre crea y comprenda.

Difícilmente podría concebirse una manifestación más atrayente del maravilloso amor y gran bondad de Dios, que la que se encuentra en está misericordiosa invitación a estar “a cuenta” con el Señor del cielo y de la tierra. 

El peor de los pecadores puede hallar consuelo y esperanza en esta promesa. Dios nos asegura que, no importa cuán culpable podamos haber sido en el pasado ni cuán culpable podamos haber sido nuestro pecado, todavía él puede devolvernos la pureza de la santidad. 

Esta promesa no sólo tiene que ver con los resultados del pecado, sino con el pecado mismo. Este puede ser erradicado y eliminado por completo en nuestra vida. 

Con la ayuda de Dios el pecador puede lograr el dominio completo de todas sus flaquezas. El problema está en nosotros, seres humanos, en ti y en mí. 

Debemos de depositar toda nuestra confianza en nuestro Dios y en la sangre de nuestro Salvador. 

“Si aceptamos a obedecer” Este es el fruto de la obediencia. 

 Obtendremos una vida de gozo y bienaventurada ya que es el resultado de la obediencia a las leyes de Dios, porque Dios no puede bendecir a los que no se fuerzan al máximo. 

Dios coloca delante del hombre los caminos de justicia, porque estos son los caminos correctos y los que traen consigo bendiciones.

La promesa se aplica a este mundo como al venidero. La cosecha de la obediencia se recoge no sólo en el cielo sino también en la tierra. (Mat. 19:29).
MARANATA.
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