martes, 31 de enero de 2017

LIBERACIÓN PARA EL OPRIMIDO


Como el águila que excita su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas, Jehová solo le guió y con él no hubo dios extraño. Deut. 32:11,12.
A través de los siglo el águila a sido uno de los emblemas de los Valdenses, hugonotes y de cristianos sinceros que había durante los siglos de la persecución papal. 

El salmista escoge este sin bolo para representas a un Dios que constantemente vigila y cuida de los suyos. El capitán de nuestra salvación fortalece a sus seguidores, no con falsedades, sino con genuina fe en la palabra de Dios personal. 

Esta palabra es repetida una, y otra vez más con verdadera profundidad y da poder afirmativo. Satanás recurre a todos sus poderes para el ataque en el último conflicto que pronto se llevara acabo, y la paciencia de sus seguidores del Cristo es probada al máximo. A veces parece que va a ceder. 
 
Pero una palabra de oración al Señor llega como una flecha hasta el trono de Dios, y ángeles de Dios son enviados al campo de batalla. La asombrosa luz que brilla en la faz de Jesucristo ha cerrado la boca de sus arteros oponentes. 

Bajo el poder del encanto que está sobre ellos, sus labios callan, y los cautivos son liberados. Las almas creyentes acosadas son sostenidas como con alas de águila y la victoria es ganada. Dios llama a sus hijos, aun aquellos que esta fuera de su iglesia. 

El lo ha prometido que los llamara para unirse a su pueblo. El pueblo debe de prepararse para este gran conflicto. Tenemos que realizar nuestros deberes con Espíritu dócil y con humildad. Debemos enfrentar a nuestro enemigo con la fortaleza de Jesús. Desempeñemos con fidelidad todo deber. 

La oración es el poder del cristiano para obtener la victoria. La confianza en Aquel que tiene todo poder y que nunca abandona a un hijo débil. Debemos conocer a cristo por experiencia personal. . . 

En las pruebas de estos últimos días, Cristo será para su pueblo sabiduría y justificación y santificación y redención. Cristo debe constituir en su pueblo la esperanza de gloria. 

Ellos deben desarrollar una experiencia única que será un poder convincente en el mundo. 

Esa experiencia y no la de su hermano o hermana sera la que le de ánimos para seguir confiando en aquel que murió por el. ¡Que maravillosa lecciones que aprendamos como resultados de la constante dependencia en la eficacia de Jesucristo! (Manuscrito, 53. 1905).
Luis José de Madariaga.
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