sábado, 28 de enero de 2017

MISERICORDIA DE DIOS.


¡Oh Señor Jehová! He aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; que haces misericordia a millares. Jer. 32: 17, 18.

MISERICORDIA. ¡Qué hermosa palabra para describir a nuestro Padre celestial! 
Si estudiamos la palabra de Dios desde el Génesis hasta el Apocalipsis encontraremos un caso tras otro en los cuales un Dios ofendido seguía siendo un Padre amante que perdonaba a sus hijos rebeldes y les daba otra oportunidad. Conociendo por experiencia las bendiciones de Dios, David exclamó: 

“¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se aparan bajo la sombra de tus alas” (Sal 36:7). ¿Es ésta hoy nuestra experiencia? 

A causa de su misericordia, ¿seguimos poniendo en él nuestra confianza, o nos olvidamos de hacerlo cuando las cosas van mal? En la enfermedad o en la salud, ¡tenemos tantas cosa por las cuales estar agradecidos! Dios nos extiende su misericordia, y así nosotros deberíamos extender nuestras misericordia a otros. ¿Te han tratado con bondad? Pásala.
No fue dada por ti solo. Dala a otro.

Haz que viaje por los años, haz que seque de otros el llanto, y en el cielo tu buen acto se verá.
Un poeta romano del primer siglo dijo: “Si lo que hay que dar se da con buena disposición, la bondad es doble”. El salmista nos aconseja anunciar por las mañanas la misericordia de Dios y su fidelidad cada noche (Sal. 92:2). 

Si practicáramos este consejo no habría lugar en nuestros corazón para la amargura y el odio. Cuando el cristiano (verdadero hijo de Dios) “cristianos somos todos de palabras y no de hechos” se rinde a la influencia y la dirección del Espíritu Santo será imposible que tenga algo opuesto a la misericordia en su corazón. 

Si tenemos a Jesús en nuestro corazón hallaremos oportunidades de demostrar la misericordia de Dios, al igual que la sentimos nosotros departe de Dios. Puede ser un vaso de agua, una sonrisa, o un plato de comida a una familia que lo esta pasando mal, ¡eso si! 

Que lo que haga tu mano derecha no lo sepa la izquierda. Debemos de revelar la misericordia, como la recibimos de parte de Dios. Oremos como lo hizo David: “Hazme oír por la mañana tu misericordia” (Sal.143:8) Esta mañana es indicada para comenzar a oír su voz.
Maranata.
Luis José de Madariaga.
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