miércoles, 13 de abril de 2016

TENTARON AL ESPÍRITU SANTO.


Entonces Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido y te sacarán a ti. Hech.5:9.

El escritor ingles Rudyard Kipling escribió una vez que”los pecados que se comente descuidadamente, deben pagarse rigurosamente”. 

Así fue el caso de Ananías y Safira. Mintieron y trataron de defraudar al Espíritu Santo. Eran egoístas, codiciosos, defraudadores a Dios. Pagaron con su vida. 

La lección es clara. Un pecado contra una de las personas de la Divinidad, acarrea el mismo castigo que un pecado contra las otras dos Personas de la trinidad.

En una ocasión se presentó la cuesto de la circuncisión. En una junta extraordinaria en Jerusalén. Pedro pronuncio un discurso. Llamó la atención a su experiencia cuando Dios le había mostrado que los gentiles no debían ser considerados inmundos. 

Resumió su discurso diciendo: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? (Hech. 15:10). 

Pedro dejo bien claro que es peligroso tentar a Dios. En una ocasión posterior, se suscitaron problemas en la iglesia de Corinto. Se había cometido ominosos pecados. Pablo escribió a la iglesia llamando la atención al peligro que había entre ellos. 

Entonces dijo: “Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos lo tentaron, y perecieron por las serpientes” (1º Cor. 10:9). Aquí hay tres casos: cuando era contra (!) el Espíritu Santo, (2) contra Dios el Padre, (3) y contra Jesucristo Hijo.

Los casos mencionados no son la única excepción cuando los pecados contra la Deidad atrajeron un desastre. Acán codició las vestimentas Babilónicas y algo de plata y oro. Pago con su vida. Giezi sintió que el genera Asirio Naamán debía de pagar por su buena salud. 

De manera que lo siguió y cobro en vestidos y plata. Por su pecado también recibió las consecuencias de su egoísmo y recibió la lepra de Naamán.

Las lecciones que hay en la Biblia son serias y grandes. Ni el Padre, ni el Hijo, ni el Espíritu Santo desean la muerte de nadie. 

Su amor por nosotros es incuestionable. Es una lección que pasamos por alto, y que deberíamos estar muy atentos. 

Pero no debemos contaminar ese amor con nuestro pecados. No tentemos al Espíritu Santo, descuidando la verdad. Rogar a nuestro Dios para no ser tentados en este punto.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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Gracias por vuestras oraciones, mi amada esposa esta mucho mejor, gracias a Dios y a vosotros/as

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