miércoles, 2 de marzo de 2011

EL PODER DE LA PALABRA.

Manzana de oro con figura de plata es la palabra dicha como conviene. Proverbios 25:11.

¿Cuanto vale una palabra? Todo o nada. Depende de la palabra. Depende del momento y hasta de la forma como se dice.
Algunos apenas consiguen decir una palabra. Eso cuando no están totalmente ausentes. Ausentes de la realidad, del amor de la vida. Otros dan un paso adelante. Logran decir algo casi primitivamente, a duras penas, pero no son capaces de entender el valor real de una simple palabra.

No consiguen usarla para hacer algo positivo. No consiguen construir. En la mejor de las hipótesis, solo destruyen, derriban y lastiman. Están, sin embargo, los que conocen
el verdadero valor de una palabra, de una simple palabra. Y con ella son capaces de construir imperios, propagar ideas, rehacer vidas, encender esperanzas, cambiar los caminos del mundo.

Una palabra. Una sola palabra dicha en el momento oportuno y de la manera correcta cambió el rumbo de mi vida.
Hace muchos años, un grupo de adolescentes se inscribía para un concurso de oratoria. Un joven tímido no se animaba ni siquiera a pesar en la posibilidad de hablar en público.

"Yo nunca lo lograré", pensaba. Faltaba solamente uno para completar el grupo de diez participantes. Ese joven estaba temblando y sintiéndose incapaz, cuando el experimentado profesor se le acercó, en el mismo final, y con una sola palabra de ánimo y ternura, definió tal vez su futuro.

Su voz parecía una invitación y al mismo tiempo una orden: "¡Ve!" Solamente eso. Y mi vida cambió. Fui, vencí en el concurso y comencé a creer que podía. Hoy, cuando hablo para miles de personas en diferentes países, nadie
podría imaginar al venerable profesor con su palabra oportuna: "¡Ve"!

¡Cuánto puede una palabra! Una sola palabra dicha por Dios cambió el destino de la raza humana. Estábamos condenados porque el salario del pecador es la muerte. Nuestro futuro era incierto o, quién sabe, demasiado asegurado. Sería el fin de todo, la muerte eterna, el "acabóse. Pero el Padre nos dio la Palabra en la vida de su Hijo. En un principio era la Palabra, y la Palabra era Dios.

Quien vaya a él y viva con él sólo tendrá palabras de amor, porque él es amor. Quien vaya a él y viva con él solo tendrá palabras de verdad, porque él es la verdad. Quien vaya a él y viva con él sólo tendrá palabras de vida, porque él es la vida. Haz que él sea hoy el centro de tu vida.

A. B.



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