Ninguno puede servir a dos señores; porque obedecerá al uno y amará al otro; o se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir a Dios y a Mamón. Mateo 6: 24.
Este texto se le puede aplicar a muchos hijos de Dios. A muchos dirigentes de la iglesia, como a hombres impíos. Sus ramas se entiende por todos aquellos que en su interior dominó el orgullo y la arrogancia.
Pero también es cierto que el amor de Dios y el Espíritu pueden transformar a estos hombres.
Por poner algún ejemplo: Tenemos a Juan era orgullosos, ambicioso deseaba los honores y, era rencoroso, era muy susceptible a las ofensas.
Era llamado “Hijo del trueno”, Era un hombre que estaba listo a desquitarse y hacer justicia a su manera. El otro era Judas, era un hombre promisorio.
Era dominante y un claro entendimiento para llevar las cosas de la iglesia. Muchos en la iglesia de Dios hay personas con un carácter así pronunciado.
Bien sea Pastores, ancianos o diáconos. Lo cierto es que los hay. No se puede servir al Señor cuyo caracteres e interés son diferentes. Y a lo largo de su vida, se ve el resultado.
En mi vida cristiana e visto a esta clase de personas, que querían dominar a la iglesia. No es posible “servir a dos señores” así como no es posible enfocar la vista en dos cosas a la vez.
Es en este momento cuando entra en escena el Espíritu de Dios, claro si lo dejamos actuar. Tanto Juan como y Judas.
Fueron transformados por la gracia divina, porque ellos aceptaron ser renovados en el Señor.
Cristo trabajo en el carácter de sus discípulos, para transformarlos para el trabajo que pronto se desarrollarían después de la partida de Cristo.
El Espíritu Santo tuvo que obrar en ellos, pero fueron ellos quien dieron su consentimiento. La oscuridad y la luz no pueden ocupar el mismo espacio.
En el corazón sólo puede ser relleno con la luz divina. La oscuridad sería más negra que la de Nerón.
No se debe discutir por el mejor puesto en la iglesia, uno debe de aceptar con humildad lo que le ofrece la iglesia, si así no fuere, será porque en su corazón hay algo que cambiar.
Esto pasó en la cena del Señor, discutían por el puesto más elevado. Mi pregunta es: ¿Cómo llegaron estos hombres a ser lo que fueron?Todos ellos tuvieron que humillar su corazón y tomar el rumbo de la humildad. Juan abrió su corazón a Jesús y se lo entregó.
Juan anhelaba la perfección de su corazón.
Esta debe de ser nuestro más alto ideal en nuestro corazón. “Yo quiero llegar a tener un corazón entregado para mi Señor”.
¡Y tú! Sólo tenemos una oportunidad en la vida, después de la muerte ya no hay remedio. Sirvamos a Dios con todo nuestro corazón ¡Amén!
MARANATA.
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