En la matutina anterior hablamos de los defensores de la fe.
Hombres llenos del Espíritu de Dios, hombre sencillos que proclamaron la verdad al mundo
Pablo no lleva un poco más lejos, a ver lo que está delante de nuestros ojos. Y ver el ministerio del “nuevo pacto” por lo cual el hombre es liberado.
No tienen que mirar el pasado sino nuestra vista tiene que mirar hacia el futuro, a las cosas eternas.
Lo pasado pasado está. Y delante de nuestros ojos está el futuro, la patria celestial donde nuestra vista se debe de fijar.
Pablo nos explica en este verso cómo es posible que veamos las aflicciones de la vida en su verdadera perspectiva y las catalogamos como de consecuencias que son solamente transitoria.
Si Pablo miraba las cosas celestiales, y dejaba a un lados las cosas materiales, ¡que diremos nosotros en nuestra época! ¡Que estamos viendo el fin de este mundo malvado! (cf.Hebreos 12:2).
Cualquier cosa que capture nuestra atención determinará como nos enfrentaremos a las pruebas de esta vida; si lo haremos con esperanza y con una gran paciencia, o alterados, disgustados y amargura.
La respuesta la tienes Tú. Creo que la primera se alcanza viendo o contemplando las cosas invisibles y celestiales, las realidades espirituales de Cristo (Fil.4:8).
La segunda es una directa consecuencia de contemplar las cosas visibles y transitorias, como tener un buen Carro, una buen chalet, y una buena cuenta corriente en el Banco.
“Esto es bueno” pero depende el punto de vista como se mire (Mat.6:24-34). Si repasamos la historia todas las cosas son temporales.
La historia de los pueblo debe de ser una lección para nosotros. Los pueblo se levantan de sus derrota y no miran al pasado, sino que fijan sus ojos a un futuro mejor.
Le levantan, cae y vuelve a levantarse otra vez. Así debe de ser el cristiano, no mirando al pasado. El cristiano debe de mirar al futuro, no al presente ni al pasado.
Nuestro futuro está delante de nosotros, tenemos la palabra de nuestro Comandante en Jefe. Pablo dice: Proseguir al blanco. . . y el blanco está cada día más cerca de nosotros.
No se cuanto de Ustedes han visto (en presente) las ruinas de una ciudad comida por las dunas del desierto. La arena mira su objetivo, es invadir todo lo que pueda, es una lección que se puede olvidar.
El cristiano debe de ser como las dunas del desierto siempre adelante a la menta, no importa los obstáculos que hay enfrente de nosotros. Cristo es la meta.
MARANATA.
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