Se aprecia ese anhelo de toda persona normal, y el cristiano no puede sustraerse a este deseo humano.
La declaración de Cristo parece haber sido un bien conocido proverbio. Si lo propios hermanos de Jesús no creían que él era el Mesías (Juan 7:5).
¿Cómo podría esperarse que creyeran su propia familia y sus vecinos? La gente de Nazaret conocía a Jesús (Luc.2:52).
Había una relación diaria con los habitantes de esa ciudad, y conocía el carácter de Jesús.
Y esto provocaba un rechazo en sus vidas. Cristo reflejaba el carácter del Padre, y esto era un continuo llamado a que cambiase su forma de actuar, de hay el rechazo de Jesús.
Pero los judíos de su época, como la nuestra, solo vemos un buen ejemplo, pero no lo podemos adaptar a nuestras vidas, porque si estoicismos teníamos que dejar o abandonar muchos defectos de nuestro carácter.
Pero mucho no ven o no vemos nada en el carácter ejemplar de Jesús que nos atraiga, por que nuestro ego lo impide.
El que acepta las enseñanzas de Cristo y ve su vida ejemplar, y acepta su mensaje, es transformado a la imagen de Cristo.
El cristiano tiene en este sentido una ventaja sobre los demás,porque la enseñanza elemental del cristiano es que deberíamos ser “unas buenas gentes”:
Es nuestra responsabilidad reflejar el carácter de nuestro Señor Jesucristo para que el mundo contemporáneo pudiese ver al Señor reflejado en nosotros.
En nuestro diario vivir no no deberíamos eximirnos de tan dichoso privilegio de representar a nuestro Señor ante una sociedad cada vez más dura y que necesita conocer la verdad.
Pensemos en la gran pérdida de miembros de iglesia que se perdieron en tiempos de Cristo, o en tiempos de la Edad Media.
Cristo no hizo milagros allí por falta de fe de las personas, hoy está pasando lo mismo en nuestra sociedad.
¿Cuántos enfermos siguieron con sus dolencias? ¿Cuantos ciegos, mudos, sordos, y leprosos no fueron curados por su falta de fe?
Pero a pesar de las falta de fe, Jesús le manifestó el mensaje de la salvación eterna. Estos ejemplos debería ser seguidos por el pueblo de Dios.
No permitamos que la falta de simpatía nos detenga en el glorioso privilegio de ser “buenos conductores del Evangelio”
:Que cada cristiano deberíamos pedir al Señor cada día que le dé el ánimo y la fuerza de su Espíritu para hacer algún acto de bondad hacia aquellos que nos rodean, aunque no lo aprecien nuestro gesto de bondad.
“La abnegación de los creyentes del pasado deberían ser para nosotros un ejemplo y una lección objetiva en nuestras vidas y al mismo tiempo una inspiración.
Los miembros de nuestras iglesia deberían ser mas celosos en el buen hacer.
Las buenas obras, renuncia a las ambiciones de este mundo, y caminan en los pasos de Aquel que anduvo haciendo bien en esta tierra.
Corazones llenos de simpatía y compasión, ha de ministrar a los que necesitan ayuda, y comunicar el conocimiento del amor del Salvador.
Un trabajo así requiere un esfuerzo, y a la larga reproduce una rica recompensa.
Los hijos de Dios que se dedican a él con sinceridad de propósito verán almas ganadas para nuestro Salvador; porque la influencia que acompaña al cumplimiento práctico de la comisión divina es irresistible”(Basado en Hap 91).
MARANATA.
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