viernes, 24 de enero de 2014

LA VISIÓN DE ELÍAS.

Dios dijo al profeta Elías. Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová.
Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová, más Jehová no estaba en el viento. y tras el viento un terremoto, más Jehová no estaba en el terremoto. (1º Reyes. 19:11).

Esta orden condujo al clímax entre el Dios de Abraham y el profeta Elías en el monte Horeb.  Unos cuarenta días antes, el profeta del Señor fue encontrado  durmiendo debajo de un enebro, esperando que al día siguiente encontraría la muerte; tan desanimado estaba que no podía seguir viviendo. (foto. Monte Hore)

Pero cuando Elías ascendió a la montaña, amplió su visión de Dios y eso estableció una diferencia entre vivir y morir.  Pudo ver y entender claramente el propósito divino para su vida.  Sin dicha visión, Elías no podía encontrar a Dios  en la tempestad, en el fuego, ni tampoco en el estruendo, tan poco en la agitación, ni en las cosas de este mundo.

Pero cuando oyó un silbo (silbido) apacible y delicado, entendió que era la voz de Jehová.  Con visión, Elías tuvo la osadía de volver a damasco y realizar valientemente la obra de Dios.  ¿Que visión tenemos de las cosas de Dios los cristianos, llame se protestantes o católicos?  ¿Tenemos que ver a Dios a través de una manifestación grandiosa en nuestra vida.?

Donde no hay visión, no existen hechos poderosos. "Si quieres ver el valle, has de escalar la montaña".  "Yo doy fe de ellos, pues cuando escalaba los montes de 4.335m. vi la grandeza de Dios, en todo humanamente posible, y desde esa prespectiva se obtiene la visión y comprendes que Dios hizo un acto poderoso". (foto de Aneto y monte Perdido).

La historia cuenta que Miguel Ángel pasaba por un mercado de mármol, donde se vendía retajos o piezas sueltas de mármol, se fijo en un trozo de ese material que ninguno otro escultor había querido adquirir; parecía deformado y poco prometedor para una estatua.  Pero el ojo de Miguel Ángel vio en él un objeto de hermosura, y transformó su visión en una de las más espléndidas cabezas que se aya esculpido, era el rostro de un ángel.

Dios es el escultor, y avisto en ti y en mi, un trozo de mármol, feo y sucio, arrugado, y lo esta moldeando para que seamos hombre y mujeres, de bello aspecto y de gran hermosura; para gloria de su nombre.
Cierto es , que Dios nos concede esta visión para ver nuestra tarea divinamente señalada, de manera que podamos seguir en esa visión que es la venida de nuestro Salvador en las nubes, en ese día glorioso.


 

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