jueves, 14 de julio de 2011

UN VISLUMBRE DEL ZARANDEO PARA EL PUEBLO DE DIOS.

Porque he hablado en mi celo, y en el fuego de mi ira: Que en aquel tiempo habrá gran temblor sobre la tierra de Israel. Eze. 38:19.

Vi que que algunos con fe robusta y gritos acongojados, clamaban ante Dios. Estaban pálidos y sus rostro demostraban la profunda ansiedad resultante de su lucha interna. Gruesas gotas de sudor bañaban su frente. (foto.ángeles cuidan de los hijos de Dios).

Los ángeles malos los rodeaban, oprimiéndolos con tinieblas para ocultarles la vista de Jesús y para que sus hijos se fijaran en la oscuridad que los rodeaban, a fin de inducirlos a desconfiar de Dios y murmurar contra el.


Su única salvaguardia consistía en mantener los ojos alzados al cielo, pues los ángeles de Dios estaban encargados del pueblo escogidos y
, mientras que la ponzoña atmósfera de los malos ángeles circundaba y oprimía a las ansiosas almas, los ángeles celestiales batían sin cesar las alas para disipar las densas tinieblas.

De cuando en cuando Jesús enviaba un rayo de luz a los que angustiosamente oraban, para iluminar su rostro y alentar su corazón. Vi que algunos no participaban en esta obra de acongojada demanda, sino que mostraban indiferentes y negligentes. . . Nada hicieron sus ángeles por quienes no procuraban ayudarse a sí mismos, y los perdí de vista. (foto. los ángeles cuidan de los niños).

Pregunté cual era el significado del zarandeo que yo había visto, y se me mostró que lo motivaría el testimonio directo que exige el consejo que el testigo fiel dio a la iglesia de Laodicea. . . [¡Ojala! pudiéramos comprender estas palabras de advertencia, en vez de fijarnos en el mundo] (iden).

Mi atención se fijo entonces en las huestes que antes había visto y que estaban fuertemente sacudida. . . Doble número de ángeles custodios los rodeaban, y una armadura los cubría de los pies a la cabeza. . . Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la verdad, con fructuosos resultados. . .(foto. están siempre a nuestro lado).

Pregunté por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: "Es la lluvia tardía; el refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer ángel".

G.W.

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