LA ORACIÓN Y LA RESPUESTA.

Cercano está Jehová a todos los que le invocan; a todos los que le invocan de veras Sal 145:18:

Aunque muchos cristianos dicen, que Dios no los oye, eso no es cierto. 

Debemos de pedir conforme a su voluntad, no conforme a la nuestra. Este es el problema. 

Nuestros intereses, no son los de Dios. Él Señor quiere lo mejor para cada hijo suyo, nos da aquello que nos va a beneficiar en la vida. 

Nunca nos dará algo que nos perjudique. El Salmo 36, es un reflejo de lo que es el hombre que no teme a Dios, en el buen sentido de la palabra: 

Es decir, respeto y temor reverente ante su presencia. La gran mayoría de la humanidad, no tiene reverencia a Dios. 

Toma su nombre en vano, y algunos lo desprecian. Dios está más dispuesto para oír y contestar las oraciones de todo aquel que acude a él. 

Recuerdo una experiencia que nos contó hace muchos años el pastor Puyol, en el seminario de Valencia. Ocurrió en Jordania, un hombre creyente de su religión. 

Una noche cuidando su ganado, vio la caída fugaces de meteoritos que cruzaban la tierra. Pregunto a Dios: ¿Mi religión es la verdadera oh hay otra mejor que la que practico? 

La oración sencilla pero directa fue escuchada por Dios. Tardó diez años en recibir la respuesta a su pregunta. En la mente de este hombre, siempre estaba presente su oración al Dios de Abraham. 

Un buen día, llevando dos corderos para su venta, se le acercó un beduino para comprarle una de sus ovejas. Cuando se cerró el trato, el beduino le dio un libro llamado El Deseado de Todas las Gentes. 

El hombre lo metió al morral, y por un tiempo se olvidó del libro. Un buen día le dijo a su esposa que tenía que llevar el ganado a los pasto del país vecino. 

Cuando llegó al sitio deseado montó su tienda, y abrió el morral para tomar la comida, cuando vio el libro. Seis meses después, llegó a su casa porque el invierno había llegado a la montaña. 

Su esposa lo vio transformado, y le preguntó cuál era la causa de ese cambio. El le dijo: 

Dios me ha contestado a mi oración que le hice hace diez años. 

¡Que bueno es Dios! ¡Que maravilla es la oración! El salmista habla de la salvación de Dio. 

La contemplación de la bondad de Dios hace que dejemos de pensar en nosotros mismos. 

Contemplar al Dios del universo en su bondad y misericordia, es un alivio para el corazón cansado. 

Este hombre preguntó y fue respondido, no como el quiso, sino como Dios proveyó. Dejemos toda nuestra carga en el Señor y él obrará en nosotros.

MARANATA.

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