LA LEALTAD DEL SIERVO.

Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años;. . . Y dijo Abraham a su criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía. . . Y te juramentaré por Jehová. Dios de los cielos y Dios de la tierra,. . Génesis 24:1-3

Todos tenemos un ciclo en esta vida, nacemos, llegamos a ser jóvenes, y pasado los años nos volvemos viejos y nuestro corazón falla de vez en cuando hasta que el Señor nos hace descansar. 

Un hombre que había visto la mano de Dios en su vida, creía conveniente que ante de su partida, dejar todo arreglado. 

Esto se ha hecho desde los tiempos inmemorables. Todos los padres quieren dejar algo que lo recuerden, y que mejor regalo que una buena esposa para su hijo. 

Hacía tres años que Sara había fallecido, y Isaac tenía 40 años cuando se casó. Y Abraham tenía 140 años. Eliezer era el siervo de mayor confianza en la casa de Abraham. (ver PP. 169). 

El juramento que le hace Abraham, es una tradición del Medio Oriente, y aunque hoy sea sustituido por el Corán, tiene su validez hoy día. 

La fidelidad de su siervo se ve a través de su vida hacia su señor Abraham. Esto nos tiene que replantearnos a los cristiano nuestra lealtad a nuestro Señor Dios y Jesucristo. 

Nuestro Dios nos a prometido muchas promesas, que el Padre está dispuesto a dar a aquellos que le son fieles. El cristiano no tiene escusa. 

Cuando uno se entrega en las aguas del bautismo, hace una promesa de lealtad a su Dios. Pero una gran mayoría lo dejamos a tras. 

La lealtad es lo más importante para los hijos de Dios. En tres ocasiones Cristo apelo a su Padre, para interceder por la raza humana. 

La lealtad de Jesús a su Padre se demostró en la cruz.  Al igual que Eliezer demostró su lealtad a Abraham. En la Biblia hay muchos casos como el de Eliezer, ¿pero cuantos casos a habido y hay y abra, antes de que Cristo venga en su gloria? 

Cada cristiano tiene que ser fiel a su promesa hecha con Dios, como lo fue Eliezer con su Señor Abraham. 

Cuando entramos en las aguas del bautisterio, enterramos lo pasado, y empezamos una nueva vida. 

Pero muchos no son oh no somos fieles a nuestras promesas de fidelidad con Dios. 

En mis viajes por el desierto del Magreé, la palabra es ley, y no se puede retroceder. 

No quiero pensar, cuantos a lo largo de la historia del hombre, han sido fiel a la palabra con Dios. 

Todos hemos fallado, pero el inmenso amor del Padre a través de su Hijo, nos reconcilia y nos anima a serle fiel, como lo fue Abraham y Eliezer. 

La mayor grandeza de Dios con sus hijos, es el perdón y la gracia que nos otorga a cada hijo suyo es gratuita.

MARANATA

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