
Una de las limitaciones humanas que causan una gran parte de nuestra ansiedades es que no podemos predecir que nos sobrevendrá. Y se cita a (Isa 47:13).
Te has fatigado en la multitud de tus consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los astrólogos, los contempladores de las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrán sobre ti.
Dios hace una advertencia a los llamados hombres de ciencia. Los hombres que dividen el cielo”
Los llamados astrólogos llamada la ciencia misteriosa, es una ciencia bastante desarrollada tanto en la época de Babilonia como en nuestros días.
Los llamados astrólogos llamada la ciencia misteriosa, es una ciencia bastante desarrollada tanto en la época de Babilonia como en nuestros días.
Los cielos eran cuidadosamente estudiados para buscar presagios de sucesos futuros. Pero de nada valdría los esfuerzos de los hombres.
Los astrónomos hacen lo mismo, con la salvedad que se han dado cuenta que el espacio se esta ensanchando más cada día. Y llegara un momento que no veremos estrellas en nuestro cielo.

Los que observan las estrellas, se están dado cuenta de que nuestro mundo perece, tarde poco oh mucho, pero al fin de cuentas la tierra será juzgada por un Dios de Justicia.
Dios invita a los hombres para que contemplen los cielos. Nos invita a verlo y contemplan las maravillas de la obra de Dios. Pero muchos se retuercen en sus propias conclusiones humanas, y no ven la obra de un Dios creador.
El quiere que estudiemos las obras de lo infinito y que por este estudio aprendamos a amarlo, reverenciarlo y obedecerlo. Los cielos y la tierra, con sus tesoros, deben enseñar las lecciones del amor, el cuidado y el poder de Dios.
Pero una fuerza interior que ejerce en el hombre y que es opuesta a Dios, se revela y ponen millones de años a la fundación del universo y de la misma tierra.
Dios exhorta al hombre y a mujeres para que aparten su atención de la confusión y ideas humanas que las rodean, y que admiren y estudio la obra de Dios en el universo.

Cuando contempléis las maravillosas cosas que ha hecho la mano de Dios, que vuestro orgulloso y necio corazón sienta se dependencia del infinito.
Cuando el hombre considere estas cosas y aparte su mente del error, comprenderán la condescendencia de Dios. (MS. 96. 1899).
MARANATA.
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