Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama. Lucas 7:47
Unas de las cosas más bellas y más hermosas de nuestro Dios es el perdón.
El amor del Padre y de Jesús nos conduce al perdón, pues su infinito amor nos conduce al ser humano a la confesión.
Estas palabras dichas por el Maestro, constituyen el centro de una historia que, aunque llena de emoción, finaliza en una ola de una gran belleza.
El amor que María albergaba en su corazón para Cristo era el resultado del perdón que se le había concedido previamente. (Maria de Betania y Maria de Magdala, la Biblia no aclara si es la misma persona).
Una fue librada de sietes demonios, y la otra fue perdonada por adulterio. María la que lavo los pies a Jesus, estaba en casa de Simón era un fariseo respetable.
Como lo puede ser un hijo de Dios. Todos eran respetables ante la presencia de Jesus, pero muchos de los presentes no tenían un corazón convertido y convencido.
Una mujer se hecho a los pies de Jesús y lloro de gratitud y baño los pies con sus lagrimas y una botella de alabastro.
Los pecados de esta mujer ya habían sido perdonados, pero su amor por Cristo traspaso todas las barreras.
Los pecados de esta mujer ya habían sido perdonados, pero su amor por Cristo traspaso todas las barreras.
Simón no había comprendido este hecho, porque sus pecado todavía no había sido perdonado, pues como Nicodemo (Juan 3:3-7), no se consideraba como pecadores necesitados del perdón divino.
Este hecho puede suceder en muchos cristianos de nuestros siglo. Nos creemos perfectos porque tenemos la verdad, y no necesitamos la justicia de Cristo ni su perdón.
La ación de Maria de echar el perfume a los pies de Jesus des concentro no solamente a los discípulos sino a Simón, el dueño de la casa; de manera que empezó a murmurar en su corazón, y dudando que Jesús fuera un profeta como mantenía sus discípulos.
Este es el mal de la iglesia remanente de Dios, la murmuración y la critica. Se demostró cuando el pueblo de Israel en el monte del Sinaí, durante los cuarenta años por el desierto.
Y en su pueblo hoy día también es manifestado esa critica. Es en este momento donde Jesus le relata la historia de los dos deudores.
Uno debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. Una ilustración sencilla que vale para cada cristiano de nuestro tiempo.
Muchos pecadores, hombres malos muy malos, se salvaran y otros que llevamos toda la vida esperando la Venida de Cristos nos perderemos.
Muchos pecadores, hombres malos muy malos, se salvaran y otros que llevamos toda la vida esperando la Venida de Cristos nos perderemos.
Muchos reyes de la Edad Medieval, se salvaran y nosotros no. Dios ama al cristiano sincero, al que no hay mentira en el. Y el Dios que perdona los pecados anhela perdonarte los tuyos.
MARANATA.
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