domingo, 4 de noviembre de 2018

Reclamemos el Espíritu Santo


Nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo. 1º Cor. 12:3
Todos los que no reciban la influencia del Espíritu de Dios, no reconocen a Jesús como divino Hijo de Dios. Hay millones de hombres y mujeres que rechazan este principio. 

La confesión cordial y genuina de que Jesús es el Señor sólo proviene de los labios de personas que son guiados por el Espíritu de Dios (cf. Mat.16:16-17). Son aquellos que honra el nombre de Dios, y percibe la naturaleza divina del Salvador. 

Recuerdo la experiencia de Policarpo, era un hombre de fe que pertenecía a la iglesia de Esmirna entre los años 86 y 156/7 d.C. Bajo el mandato del Cesar Antonino Pío. Estaba el Procónsul Estacio Quadrato 156-7d.C. 

En Asia. Este hecho se produjo en dicho año. (Biografia PIR 2 S-883 Der Neve Pauly vol.XI) Cuando era anciano (obispo) de la iglesia de Esmirna, fue arrestado y llevado ante el Procónsul. 

Estacio Quadrato le dijo que pronunciara la frase “Señor César” y el contestaba “Señor Jesús”. 
Estacio le insistió “maldice a Cristo y te liberare”. La respuesta fue la de un hombre de fe. 

El dijo: “durante 86 años lo he servido y no me ha hecho ningún daño;¿cómo habré de blasfemar a mi rey que me ha salvado?”. 

Muchos le precedieron en su muerte por ser fiel a Dios, sobre todo en la Edad Media, por no adorar las imágenes de talla, y defender la verdad Bíblica. El Espíritu Santo hablaba bien por las palabras de ellos y por sus hechos. 

Vivimos en un mundo casi ateo, por qué aun hay hijos de Dios que proclama que Cristo es Hijo de Dios. Los que dicen que Cristo no es Hijo de Dios, sean condenados por sus palabras: porque escrito esta por tus palabras seras condenado (Mat 12:37).

El Espíritu de Dios dará en todas las circunstancia la honra a Cristo.Todos los que no reciba la influencia del Espíritu de Dios, no reconocerán a Jesus. Dios escogió a su iglesia para contrarresta la influencia del ateísmo en este mundo, y confesar que Cristo es el Hijo de Dios. 

Y una de las mayores pruebas es nuestro testimonio, nuestras palabras, y nuestra honradez. A la ley y al testimonio (Isa. 8:20).Es la mejor prueba de nuestra lealtad a Dios. 

Nuestra transformación para muchos esta empezando, para otros esta acabando. 

Todos tendremos que dar cuenta a Dios en el gran tribunal. Muchas veces me e preguntado: ¿estaré preparado? ¡Abre dado el testimonio correcto ante mis amigos y conocidos! ¿He hecho la obra que Dios quería de mi? Yo diré como Pablo: prosigo al blanco. 
MARANATA.
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