Una de las escenas más sensibles
en la historia de Jesús, es su despedida. Jesús estaba por partir.
Los once discípulos que permanecieron en la última cena querían ir
con su Maestro.
Su inquieta pregunta y su deseo de ir con El. Llevo
al Maestro a hablar en el lenguaje más explícito que alguna vez se
aya registrado en las Escrituras concerniente al Padre. Jesús les
explico que no iba a otra aldea; iba a reunirse con su Padre en el
cielo. Los discípulos eran tardíos para entender.
En ocasiones
nosotros somos igual que ellos, somos tardíos para aprender todo lo
que las escrituras nos dice. Jesús les explicaba que en la casa de
su Padre, había de todo y que El volvería otra vez, y os tomaré a
mí mismo -les dijo tranquilizadoramente -.
¿Sabéis a donde voy,
sabéis el camino? Aun que es una frase condicional no tenía el
propósito de crear duda en los apóstoles. Durante tres años Cristo
les enseño el reino de su Padre, y aun no entendían la pregunta.
Así nos pasa a nosotros, la Biblia cuando nos indica el avenimiento
de Cristo, y seguimos con nuestra rutina y no hay cambios en nuestra
vida.
La pregunta de los ver. 6-7, es: “Si me conocieses, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”.
La pregunta de los ver. 6-7, es: “Si me conocieses, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”.
¿Cuanto tiempo lleva usted en la iglesia? ¿As conocido al
Padre? ¿Cuantas experiencias as tenido en tu vida, para que te de
una mínima garantía de que vas por el camino que Cristo te ha
indicado? La verdad que no hemos cambiado mucho, seguimos con los
mismos hábitos.
Hace años oí esta frase que me aterrorizo: Cuando
venga Jesús, me quitara todos mis malos hábitos. Aun escucho esta
frase, después de 46 años de ser cristiano. “Amenos que no
cambiemos nuestros viejos hábitos, no entraremos en los reinos de
los cielos.
Así de claro y así de sencillo.Jesús está con el
Padre, en el lugar Santísimo, Juzgando a su pueblo. Hay un deseo
anhelante en Cristo por venir a buscar a su pueblo y de manifestarse
a su iglesia.
Cuando su imagen sea perfectamente reproducida en los
suyos, entonces él vendrá (PVGM. 47). Es nuestro deber de apresurar
la venida de nuestro Señor Jesucristo (2º Ped. 3:12;cf.
DTG.586-588).
Anímese nuestros corazones, que era el deseo de
Jesús.Sepamos que el corazón del Padre suspira por nosotros. Su
amor por nosotros no ha cambiado, Él quiere que todos estemos en su
reino. Por eso envió a su Hijo, para que todo aquel que crea en él
no se pierda, más tenga vida eterna. Jun. 3:16.
MARANATA.
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