Cristo] El cual
asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la
letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu
vivifica. 2º Cor. 3:6.
Pablo nos presenta la superioridad del
“ministerio del espíritu (ver. 8) -el cual él representa – por
encima del “ministerio de muerte”, el sistema judaico ya
obsoleto, representado por sus adversarios judaizantes.
Por
sorprendente que resulte, la letra del Evangelio puede matar tanto
como la letra de la ley. Unas declaraciones de Adam Clarke dice:
“Puede aseverarse con un grado de certeza que los judíos, en
ningún periodo de su historia se hayan basado más en la letra de su
ley, que lo que la vasta mayoría de los cristianos lo están
haciendo respecto a la letra del Evangelio” (Claerke's Comentary,
t. VI. p. 324).
Pero Dios había hecho a Pablo ministro “del
espíritu” de toda voluntad revelada de Dios. Pablo había sido
educado de acuerdo con la regida letra de la ley (Hec. 22:3; Fil.
3:3-6) pero el espíritu de vida en Cristo Jesús lo había liberado
de ese regio sistema (Rom. 8:2).
Había renunciado al ministerio “de
la letra” para dedicarse al ministerio “del espíritu” (rom.
8:1-2; 2º Cor. 5:17).
La letra del Evangelio puede incluir verdades
maravillosas tales como el bautismo por inversión, la Santa Cena del
Señor, la victoria sobre el pecado etc.
Pero sin el sacrificio
expiatorio de Cristo, todas estas cosas son incapaces de salvar al
hombre, Creer que soy salvo por el bautismo o por participar en la
obra de la iglesia en vez de por la fe en Jesús, es la “letra que
mata”.
Un nuevo ministerio basado en el pacto proclamará, no el
legalismo de la letra, sino de vida en el Espíritu Santo, a través
del sacrificio de la sangre de Cristo.
Esto no disminuirá de ninguna
manera la importancia de la letra del Evangelio, sino que la colocará
en relación correcta con el espíritu del Evangelio.
Pablo ilustra
las diferencias entre la letra y el espíritu, por medio de un
dialogo sobre los Diez Mandamientos. Mientras que se los perciba como
un medio de salvación, es una letra que mata.
No puede salvar a
nadie, porque “todos pecaron, están destituidos de la gloria de
Dios” (Rom. 3:22). Son un “ministerio de muerte” (2º Cor.
3:7), en el sentido de que confirman la autoridad y justicia del
castigo por el pecado.
El nuevo pacto, es un acuerdo de vida en el
Espíritu. Los diez mandamientos no son cambiados o destruidos, sino
que son escritos por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón
de aquellos que han sido salvos por la vida y muerte de Jesús. (Jer.
31:33; Eze. 36: 25-27).
Es triste que cada denominación tiene su
letra y su espíritu. Debemos vivir por el Espíritu en obediencia a
sus requerimientos con forme a la justicia de Dios. El Espíritu
Santo nos conducirá a la obediencia y a la regeneración en Cristo
Jesús.
MARANATA.
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SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS.
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*SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS*
*CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN CCXIII (213)*
*Daniel 8:14. /C*
*Unas de los aspecto de debe de dejar clar...
Hace 21 horas
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