Hay pequeños hombre, que se hicieron en la vida grandes hombres. Y grandes hombres que se hicieron pequeños hombres en esta vida.
La historia se justifica en gran medida por el impacto de grandes hombres, o héroes, presto a definirse como individuos altamente influyentes que,
gracias a su carisma personal, inteligencia, sabiduría, o dotes políticos, utilizaron su poder de tal manera que han dejado huella en la historia.
Podríamos mencionar algunos, como Napoleón, Lutero, Carlos V etc, y la lista sería interminable.
Pero todo estos héroes son producidos por una sociedad, y que las acciones de estos sería imposible sin las condiciones sociales que los precedieron.
Así la posterior historia social, económica y política ha minimizado la primacía de los grandes hombres.
Pero existieron grandes hombres en la antigüedad, hombres, que han pasado a la historia, dejando tras de si una fragancia que durará por toda la eternidad.
Hombres como David, Salomón, Moisés, y tantos que la lista sería tan extensa que no podríamos mencionarla.
El texto menciona a los apóstoles, pues entre ellos había disputa para ser el más grande. Es curioso que este problema aún existe en la iglesia de nuestro siglo.
Muchos quieren tener los mejores puesto, y ser considerados por los miembros como los más grandes.
Vemos que la petición de Juan y Santiago de sentarse a la derecha y a la izquierda en el trono de Cristo, era muy presuntuosa por parte de ellos.
El concepto equivocado que ellos tenían acerca de la naturaleza del reino de Cristo, fue el que, como en ocasiones anteriores dio lugar a las contiendas entre ellos.
A Veces nosotros deberíamos meditar en este punto, las contiendas en la iglesia no son buenas, más bien perjudican a la iglesia. Cristo les dio una lección que nunca olvidarán.
Cogió la toalla y la palangana y lavó los pies de sus discípulos. Jesús siendo el Señor de todos los reinos, se humilló ante ellos. Cristo se humilló, dándonos ejemplo para toda nuestra vida.
El más pequeño de los hijos de Dios será grande en los reinos de los cielos. Es Dios quien escoge a sus dirigentes y, ellos darán o daremos cuentas ante el trono de la gracia.
Dios quiere hombres y mujeres humildes, que trabajen para el Señor. Cristo pronto establecerá su reino en la tierra, y dará a cada uno según su gracia.
MARANATA.
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